Capítulo 23

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PRESENTE 7

—Te digo que el popular ya esta descartado —exclama Matías lanzando los brazos al aire.

—No me lo creo. —Martina se cruza de brazos—. ¿Cómo es que dice la canción vieja? La vida te da sorpresas.

Sorpresas te da la vida.

No confirmo ni niego nada para que siga el debate. Tomo un poco de té de camomila a ver si aquieta mi estómago. A pesar de lo mucho que estoy disfrutando esta tertulia, siento unas náuseas terribles. Algo de lo que comimos tiene que estar vencido, pero estos dos niños tienen estómagos de piedra como su padre.

—Pues para mí que nuestro papá es el nuevo.

—Y yo insisto que es el popular.

Chequeo la hora en mi celular. Ya es hora de preparar la cena, pero si me acerco a la cocina creo que voy a causar un desastre asqueroso. Será que pido una pizza y mientras los niños se la comen me pongo una bolsa de papel sobre la cabeza para no ver ni oler la comida.

—¡Mamá!

Pego un brinco ante el grito al unísono.

—¿Qué les pasa?

—¿Cuál es nuestro papá? —pregunta Matías con cara gruñona.

—Sí, ya cuéntanos.

—Este... todavía falta bastante cuento. Pero, ¿no tienen hambre?

Como por arte de magia, a uno de ellos le cruje el estómago con tal furia que intimidaría a un león.

—Pues —Martina comenta, sus mejillas enrojeciéndose la delatan—, ¿comemos y después seguimos la historia?

—Me parece bien —contesta Matías con aire salomónico.

—¿Quieren pizza?

No sé ni para qué hago la pregunta. Enseguida revientan en vítores de alegría.

Al menos mientras pido la pizza y los niños arreglan la mesa, puedo hacer una pausa para solo descansar. Si mañana no me siento mejor voy a tener que ir al hospital a que me chequee algún colega.

Toda clase de escenarios terribles pasan por mi mente. Como traumatóloga no me debo poner a elucubrar cuál puede ser el problema con mi estómago. Solo espero que no sea nada serio.

Los chamos compiten a ver quien puede acomodar la mesa más rápido. Dejan el espacio donde se sienta su padre vacío, por razones obvias.

Si algo me llegara a pasar, ¿qué sería de ellos?

Sacudo la cabeza con fuerza. No, mejor no pensar en nada de eso. Mejor me distraigo contándoles el resto de la historia.

 Mejor me distraigo contándoles el resto de la historia

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PASADO 22

—Estoy harta de esto.

Diego y yo estamos sentados en el peldaño más alto de las gradas. Bueno, «sentados» es incorrecto. Es más como que estamos explayados. Yo parezco una estrella de mar con los miembros extendidos y recostada contra la baranda. Diego tiene una rodilla doblada y el pie sobre el asiento, pero parece como si se estuviera derritiendo o quedando dormido. Una de dos.

Cuando éramos felices y no lo sabíamos (Nostalgia #1)Where stories live. Discover now