Capítulo 2. No es romántico

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—¿Cómo fue la escuela? —preguntó mamá al verme cruzar la puerta

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—¿Cómo fue la escuela? —preguntó mamá al verme cruzar la puerta.

¿Debía decirle que por poco me castigan el primer día?

Sonreí, recordando a Damon.

—Estuvo bien —subí las escaleras, yendo directo a mi cuarto.

Me senté en la silla del escritorio y abrí mi libreta, dejando ir la pluma sobre las páginas. Después de mucho tiempo, finalmente sentí algo más que una sensación de vacío, y mi única forma de expresarlo siempre fue escribiendo canciones que luego tocaba, pero era peligroso. Así que aventando la pluma, cerré el cuaderno y lo dejé a un lado.

La mañana siguiente a ese día, no me costó tanto trabajo como la primera vez acostumbrarme al ruido y movimiento en los pasillos. Damon pasó con un par de chicos alrededor , con quienes se reía escandalosamente; su risa se convirtió en una sonrisa cuando me vio.

De inmediato me vi huyendo de la escena, lleno de remordimiento por haber accedido a su petición. Me preguntaba qué diablos había estado pensando en ese momento. Claramente, no lo estaba haciendo. Creo que me emocioné demasiado con la idea de conocer a alguien de manera convencional y olvidé por qué no confiaba en la gente. No es que Damon pareciera alguien capaz de dañar a otra persona, pero si llegara a importarme aunque sea un poco, tendría el arma más poderosa para lastimarme.

Cuando pensé que estaba lo suficientemente lejos de mí, pasó a mi lado, tomando mi mano en el proceso. Me arrastró hasta la sala de música.

—Oye, ven aquí.

—De hecho iba...

—Está bien, solo escucha. Ayer estuve trabajando en algo, así que quería tu opinión.

Asentí y él sonriendo, comenzó a tocar, algo que sonó mejor que lo de ayer. La atmósfera me absorbió como un mar de recuerdos. Esa canción me resultaba familiar. Seguramente la toqué en algún momento.

—¿Qué opinas? En realidad no es mía, pero le hice algunos ajustes.

—Creo que es mejor que ayer —me encogí de hombros, desencadenando sus risas.

—Rayos, eres muy sincero. Si no fueras tú, me molestaría incluso lo que dices.

—¿Yo?

—Bueno, seguro eres muy bueno tocando, no lo aceptaría de alguien que no sabe. De hecho, ¿por qué no tocas ahora?

Tragué saliva, y gracias a que alguien entró, me salvé de hacerlo.

Mis ojos se abrieron desmesuradamente al ver aquella cara familiar. Su cabello caía despeinado sobre la cara y sus ojos grandes color miel orbitaban a mi alrededor como si estuvieran estudiando la escena.

—¿La conoces? —le susurré a Damon, incapaz de apartar la mirada.

—Claro que la conozco. Es la encargada del club de música.

El Cristal del Príncipe  [Cristal#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora