"No es lo mismo"

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—Aquí está su orden —anunció el joven mesero al dejar dos cafés sobre la mesa.

Chuuya y Dazai dijeron un unísono "gracias" y el joven hizo una leve reverencia antes de alejarse de la mesa.

Y el insoportable silencio nuevamente cayó sobre ambos; ya había sido lo suficientemente incómodo tener que esperar la orden.

Chuuya se había mantenido en todo momento con el codo apoyado sobre la mesa, sosteniendo su mejilla en su mano mientras miraba por la inmensa ventana que tenía a un costado.

Por otro lado, Dazai decidió no incomodar aún más y permaneció callado hasta que Chuuya quisiera iniciar alguna conversación (si es que así lo quería).

Ahora ambos miraban el contenido de sus tazas en completo silencio. 

Los dos eran conscientes de lo estúpidos que debían lucir para las demás personas del lugar. Pues, desde hace varios minutos habían notado las miradas sobre ellos. Aunque no era de extrañar que los observaran de reojo: Dazai se veía como alguien que había sido expulsado de su propia casa por su pareja debido a algún mal comportamiento.

Parecía una discusión de novios.

A Chuuya se le erizó hasta los vellos de la nuca al pensar en aquello.

Ambos soltaron un suspiro al mismo tiempo.

Oye... —dijeron al unísono.

Chuuya gruñó y quiso golpearse la cabeza en la mesa.

Dazai simplemente sonrió. A pesar de la incomodidad, la situación le hacía gracia. Aunque lo que menos quería era que Chuuya lo odiase más de lo que ya lo hacía. Por esa misma razón, decidió ahorrarse cualquier comentario travieso o que pusiera de malas al pelirrojo.

—Es bueno verte de nuevo, Chuuya.

—No puedo decir lo mismo, Dazai —murmuró de mal humor.

Dazai rio suavemente. Sinceramente, ese era el tipo de respuesta que esperaba viniendo del otro.

—No tenías que hacer esto —dijo refiriéndose al café que Chuuya insistió que iba a pagar.

—Cállate y tómate eso. No soy tan mala persona para ver a un perro callejero bajo la nieve y no hacer nada al respecto.

—Mm... —murmuró Dazai con gracia; esta vez no se ahorraría el comentario. Pues, a su parecer, Chuuya no estaba poniendo de su parte para hacer menos incómodo el momento—. Lo agradezco. Pero tu preocupación no está justificada. Solo daba un paseo. Es cosa mía el como me vista para la ocasión. ¿Sabes que soy un adulto y sé lo hago, cierto?

—Sí, claro. Seguro sabes lo que haces —refutó con cinismo—. Buscar una neumonía gratis, seguramente.

—Bueno... realmente, eso es un mito. La neumonía no se da por el frío —contestó con el tono de voz arrogante que tanto odiaba Chuuya.

—No me interesa en lo más mínimo. Solo toma tu maldito café y terminemos con esto.

Dazai soltó un suspiro. Si bien no iba a negar que le alegraba ver a Chuuya después de tantas semanas, tampoco estaba de humor para soportar la actitud mordaz del otro.

—Si no te agrada mi compañía pero aún así buscabas el pretexto para hacer algo por mi, pudiste haber pagado mi café y simplemente irte. En ningún momento te obligué a que te quedaras.

Y ahí estaba. El tono altanero que tanto sacaba de sus casillas a Chuuya.

El pelirrojo observó al más alto con la furia reflejada en su mirada.

Tintas en Primavera - Soukoku - FinalizadaWhere stories live. Discover now