Haruhwan

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Feliz año nuevo.
<3


"Cómo ser novio de Haruto, y no morir de amor  en el intento."
Narra: 3ra persona

"Primero, agarra su mano por los pasillos. No importan los profesores, todo tienen que entenderlo. Sales con el chico más guapo de la escuela.

Segundo, toma fotos cada que tengas la oportunidad, no todos los días eres novio de Haruto.

Tercero, cuando se sienta mal, compra su hamburguesa favorita, ¡Junto a una coca-cola!

Cuarto, llevalo a manejar bici. Es su actividad favorita.

Quinto. No seas su mejor amigo, así nunca te dará la atención que en realidad deseas.

Sexto, no sueñes con besarlo, te partera en corazón, en caso de que no seas su novio. hey, pero tienes suerte, eres su pareja.

Séptimo... Eres afortunada, y no morirás en el intento. Serás feliz, cada día de tu vida.

Octavo, si eres su novia, no te preocuparas nunca de todas sus preciosas amigas, porque aún cuando son todas un buen partido, te ha elegido a ti."



Seolhyun terminó de leer para toda la clase. La maestra aún no llegaba, encontró la hoja de papel por pura casualidad, y decidió leerla delante de toda la clase, para bromear. Era anónima, pero fácil de descifra.
Y que Junghwan saliera de la clase, colorado hasta la punta de sus orejas m  fue más que suficiente para que todos echaran a reír. No podía con la idea de que fuesen tan crueles. Corrió directo a los baños, pero al entrar se dio cuenta de que su escondite era muy obvio. Haruto le encontraría, y perdería la cordura.
Tomo en camino a la enfermería, y cuando solo faltaba una vuelta que dar, sus ojos empezaron a arder. Su mejor amigo no le volvería a ver como antes. no conocía a nadie de esa escuela, que tuviese su orientación sexual, y tan definida. Era un tabú, y las personas que había conocido como él, eran de Internet.

Señorita... Creo que tengo fiebre.— Le dijo a enfermera encargada, que ordenaba medicinas en los cajones viejos de la sala.

—¿Traes tu permiso?— Preguntó, restandole importancia a su decaída expresión.

La maestra no ha llegado, y me siento muy mal, ¿Podrían llamar a mi casa?— Si sonaba ensistente, demasiado, la enfermera sospecharía.

Está bien, pero antes tomemos tu temperatura. Puedes acostarte en cualquiera de las camillas.— Pero fue comprensiva. Ocultó su pequeña sonrisa bajo la manga de su uniforme.





Para Junghwan, fue una horrible idea dormir después de llorar en silencio. Su camilla estaba rodeada por una cortina blanca. Pensar en todo lo que tendría que soportar ahora le estaba matando.
Se abrazó a si mismo en un intento de consuelo, y para calmar sus pesada consciencia, recordó como conoció a Haruto.

Fue en marzo, hace ya dos años. El menor recién llegaba a la escuela, después mudarse a la capital, y dejar su pueblo a las afueras. Fue difícil, pero tenía que verle el lado positivo, su madre conseguiría un mejor empleo, porque no contaba ni con la presencia, ni la ayuda económica de su padre.
Entró con la esperanza de hacer nuevos amigos, pero tardó por lo menos dos semanas en entablar una conversación real, con alguno de sus compañeros.
Había un en especial, que colocaba sus nervios de punta. Era el más extrovertido, podía notarlo. Y no lo decía porque fuese desordenado, o causara problemas sino por la fluidez que tenía con todos.
Llegó el día en que se necesitó un representante de aula, y Haruto era la mejor opción. Antes, debía hacer toda una campaña, además de exponer sus propuestas, y convencerlos a todos, y para ello, necesitaba una mano derecho. Por su misma naturaleza, excesivamente social, decidió que para ser justo, debía escoger a la persona que le ayudaría, al azar.
Todos los interesados, metieron su nombre dentro de una bolsa, Junghwan lo hizo sin dudar, no se lo perdonaría si perdía la oportunidad, de ser visto.
El cielo escuchó sus deseos, y desde el día que ganó, Haruto le dio voz en el aula.

Hacía todo juntos. Trabajos, y salidas. Haruto descubrió que, Junghwan era un sabelotodo. Podía llevar las cuentas de semanas, nunca se olvidaba de una tarea, e intentaba recordarle todas las que tenía por hacer. A Junghwan, Haruto simplemente le hacía feliz.
Era naturalmente gracioso, y amable. Si estaba en problemas, el le defendería contra todo clima u obstáculo, no importaba que fuese alguien de su propio salón, que hubiesen sido compañeros por años. Su única prioridad era So.


Y era de esperarse que ambos estuviesen lastimados.

Haruto estuvo todo el recreo apartado. Buscó en los baños, en la biblioteca, y en otras salas favoritas de su mejor amigo, pero no le encontró. Su estomago estaba cerrado, no podía comer, y las opciones se estaban acabando. Todo eso, hasta que recordó el lugar que Junghwan más odiaba. La enfermería. Compró un jugo de
naranja, favorito de su amigo, y subió las escaleras a toda velocidad.

Al llegar a la enfermería, le rezó al universo, todo para que aún estuviese ahí. Entró sin permiso, pues no había ningún adulto a la vista, y abrió las cortinas, con la cajita de jugo en mano.

Junghwanie dormía, pero sus ojos se veían hinchados, y a un costado rojos. La imagen le hizo trizas el corazón. "Fue buena idea comprarle algo", pensó.

Se acercó, y no le importó hacer ruido en el proceso. Tomó un banco que, suponía utilizaba la enfermera, y lo colocó junto al lado de la camilla, donde se sentó.

Hola... ¿Aún duermes?— Preguntó, porque cuando duermen juntos, el menor siempre tiene que fingir dormir, antes de hacerlo.

No respondió.

—Lo siento, todos son unos idiotas.— Se disculpó Haruto, por todos sus estúpidos compañeros. Llevo sus dedos, a la frente de Junghwan, que ardía. Su temperatura se elevaba cada que lloraba.— Incluyéndome, debí seguirte al instante, pero preferí arreglar las cosas antes.


—¿Arreglar qué?...— Junghwan movió sus labios, manos no abrió sus ojos.

El malentendido.

Junghwan sintió que enfermó aún más. Se acomodó, y le dio la espalda al japonés. Su dolor de cabeza incrementó.

No me refiero a... Hablo del malentendido, no tengo pareja. Pero me gustaría tenerla.— Haruto suele hablar con firmeza, según Junghwan, y esta no era la excepción.— Y que me amen, sin morir en el intento.



El corazón So empezó a saltar de emoción, y muchos nervios. Sintió la mano de Haruto, acariciándole, de una forma diferente por primera vez.
Haruto dejó caer todo el peso de su cabeza, sobre el brazo del menor. Lo acomodó con delicadeza, y cuando estuvo en la posición que deseaba, descansó en su pecho, lo cual era incómodo por lo bajo del banquillo, pero poco le importó, y abrazo a su mejor amigo, sin fuerza para no lastimarle. Tomó su mano, y la llevo a su cabello. Junghwan conocía cuanto le gustaban las caricias, antes de dormir.

Me parece que siempre actuamos como novios.— La campana sonó, pero nada interrumpió el momento.— No será para mi, un problema, serlo ahora.

—¡Acepto!— Se apuró a decir, y ambos rieron.— Acepto ser tu novio.

Cool.— Haruto se acercaría, para darle el beso que ansío por dos tontos años, pero la enfermera abrió las cortinas tan rápido, que ambos adolescentes dieron un pequeño salto sobre sus lugares.



Haruto limpió las lágrimas restantes en las mejillas con algodón, de su ahora pareja, y dejó un pequeño beso en cada una de estás, antes de abandonar el lugar. Sí, Jungwan moriría de amor.

kisses on a page;; T r e a s u r e.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora