6

2.3K 405 411
                                    

Charly y David caminaban juntos, inmersos en una conversación que había desviado su atención de las bellezas naturales que los rodeaban

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Charly y David caminaban juntos, inmersos en una conversación que había desviado su atención de las bellezas naturales que los rodeaban.

—¿Me estás diciendo que no recuerdas el nombre de tu mejor amigo, pero sí dónde trabaja? —preguntó David, confundido.

Charly asintió con entusiasmo.

—¡Exacto! ¿No crees que es genial?

David soltó una risa suave y sacudió la cabeza.

—Es más que todo extraño.

Charly sonrió y continuó explicando:

—Es más normal de lo que parece. Cuando eres un alma ambulante, comienzas a recordar los lugares porque vas de uno a otro, pero las personas no llevan un nombrecito en su cabeza, así que es más difícil recordarlo.

David asintió, tratando de entender la perspectiva única de Charly sobre el mundo de los espíritus.

—Ya veo...

Charly giró la cabeza a ambos lados antes de cruzar la pista, una acción que hizo que David contuviera una risa. Después de todo, ¿qué necesidad tenía un fantasma de preocuparse por el tráfico?

—Oye... Tú mamá dijo que solo tenías un amigo. ¿Él es ese amigo?

Charly detuvo sus pasos y suspiró, mirando al suelo antes de responder.

—Pues... no éramos mejores amigos en sí, era una relación complicada y... ¡Oh, mira! ¡Allá está!

Charly se dirigió hacia un restaurante de alto calibre que David conocía bien. Había estado allí una vez con Sam, Jude y Leo. Recuerda que los corrieron del lugar por ser demasiado bulliciosos. Lo bueno es que ni les dieron tiempo de pagar la cuenta, por lo que comieron gratis, pero les tenían negada la entrada.

A medida que se acercaban al lugar, David notó que estaba prácticamente vacío, lo cual no era sorprendente en esa temporada.

—¿Tiene reservación? —le pregunta un hombre que probablemente ya estaba en sus cincuenta por lo amargado que sonaba.

—No, ¿puedo reservar ahora?

El hombre mira hacia el interior del restaurante fijándose que estaba demasiado vacío.

—Normalmente se piden con mínimo dos horas de anticipación, pero haré una excepción solo porque la clientela está baja hoy. ¿Es solo para usted?

—Sí, solo yo.

El hombre llama a uno de los camareros que pasaba cerca.

—Fred, ¿puedes llevarlo a la mesa cinco, por favor?

—Sí, señor.

Aquel chico tenía un gran parecido con el chico de las fotos, solo que ahora no se veía tan joven.

El amor de mi muerteWhere stories live. Discover now