Uno

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Harry estaba harto de su día, su semana y probablemente de toda su vida.

Se suponía que tenía que ensayar las notas del piano que el profesor le había encargado, pero era imposible por todo el ruido que había en su casa. Eso era un poco hipócrita por parte de sus padres, exigirle que aprendiera a tocar el instrumento y luego, ni siquiera dejarlo hacerlo tranquilo.

Cerró los ojos e intentó concentrarse para disfrutar de la melodia casi perfecta, pero no lo logró, así que soltó un bufido y apretó todas las teclas con algo de desesperación.

— ¡Argh¡ — Dejó caer la cabeza al frente, provocando que se escuchara todo desafinado y que él diera un brinco en el asiento.

Miró la hora en su reloj de muñeca, aún le quedaba una hora para practicar pero estaba seguro que no podría, así que abrió la puerta del salón de instrumentos y miró a los dos lados, viendo solo el pasillo.

Salió de puntitas, y dio vuelta para dirigirse a su habitación pero chocó con el cuerpo delgado y alto de la asistente de su padre.

— Harry, según el horario te falta una hora de estudio, ¿Qué haces fuera? — Le pregunto, acomodando la tableta digital en su brazo e irguiendose con seriedad.

— Y-yo, iba al baño.

— Hay un baño en el estudio, ¿Estás intentando saltarte la hora? Si es así se lo diré a tu padre — Presionó el auricular en su oído y Harry negó, tomando su brazo para alejarlo del aparato.

— Mackenna, no por favor, es que hay demasiado ruido, ni siquiera puedo escucharme a mí mismo.

— Es la sesión de fotos para la revista ¿Que esperabas? Regresa por favor — Le dio un empujon en el pecho para tratar de regresarlo y Harry bufó.

Se dio la vuelta resignado a volver y con su frente fruncida, casi se podía ver un puchero asomado por sus labios.

— Harry, te estoy buscando hace rato —Escucharon una voz atrás y el rizado se giró, suspirando cuando vio a su hermano llegando a ellos.

Mackenna pareció algo nerviosa y se acomodó el cabello al lado de su hombro, cepillandolo con discreción.

— Liam, Harry iba a regresar a sus clases de piano. — Dijo, pero ambos hermanos notaron el temblor y el toque de coqueteo e su voz y movimientos.

— Déjalo por hoy Mack, lo necesito para algo importante — Le hizo una seña a menor y Harry sin siquiera preguntar fue a donde él y empezaron a caminar en dirección contraria, dejando a la asistente con la palabra en la boca.

Harry suspiró e incluso aflojó un poco sus hombros antes de preguntarle a Liam.

— ¿Pará qué me quieres?

— Para nada — Sonrió de lado — Yo también pase por eso, se lo que se siente... Pero me la debes — Le dio un pequeño toque en la mejilla con la palma y luego se fue, doblando en otro pasillo.

El menor pasó casi desapercibido por la sala llena de gente extraña, cámaras, luces, modelos semidesnudos y su madre con una copa de vino en la mano mientras mandaba con elegancia a ordenar cualquier cosa.

Subió corriendo las escaleras, donde el ruido ya disminuía y sólo eran simples murmullos, que fueron nulos al entrar a su habitación.

Se dejó caer en la cama y soltó un jadeo, sentía como si hubiese estado fuera de ella por semanas, cuando sólo habían pasado algunas horas.

Hizo recuento de las actividades que le faltaban; su clase de defensa personal, la cuál odiaba por qué su entrenador era un pesado y no tenía piedad del pobre chico, luego estudiaría para el exámen de la universidad y por último la cena con sus padres y otra vez, con más gente que no conocía. No recordaba cuando fue la última cena en la que sólo estaba su familia <<probablemente nunca hubo una>>.

balcony boy • larry stylinsonWhere stories live. Discover now