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Las manos de Draken manejan el cabello rubio de Mikey como si fuera alguna especie de material frágil, como si fueran hilitos de algún cristal teñido de rubio o algo así. Reprime las ganas de olfatearlo así que se conforma con el dulce y débil aroma que llega a sus fosas nasales.

—¿Quieres tu coleta de siempre o algo más?– pregunta apretando suavemente las puntas del cabello al que ya le ha puesto crema para peinar.

—Hazme algo que me haga ver lindo.– dice sacando su teléfono para ver la hora. —Ya casi acaba la hora libre, Kenchin.

—Tranquilo, lo hago rápido.– le sonríe.

—¿Quieres un chocolate Kenchin?– Mikey levanta una mano para acercar un chocolate a la boca de su amigo y pronto hace un gesto de desagrado. —Qué asco, me llenaste de baba.

—Ay que llorón eres.– murmura el más alto haciendo una bonita trenza de lado que cae sobre su hombro derecho. —¿No pensaste que ese alfa ya te vio salir de la ducha del gimnasio y probablemente te está viendo justo ahora?

El omega detiene sus movimientos y se queda pensando un poco, era verdad. Ha hecho un escándalo sobre su apariencia como si el alfa misterioso no estuviera en su misma clase y lo hubiera visto peor en cualquier otra situación pero que importaba eso, se verían frente a frente por primera vez y él quería verse presentable.

—Da igual.– murmura cerrando su cajita para guardar un par de chocolates y compartirlos con el alfa cuándo se vieran.

Draken asiente rebuscando entre el pequeño bolso de Emma algunos pasadores y saca unos cuantos al azar, no son iguales ni tienen el mismo tamaño o color pero los usa para sostener los mechones de cabello que no alcanzan a sostenerse en los gajos de la trenza.

Cuándo el timbre para la siguiente clase suena Mikey se apura a guardar todas las cosas dentro de su mochila para que no perder nada y que su hermana no lo termine ahorcando. Mira curioso con una ceja abierta como Keisuke, Kazutora y Takashi regresan al salón, el omega actúa de un modo extraño y evita a toda costa mirar a Mikey. De hecho lo saluda de forma rápida y huye a su asiento aunque no está muy lejos de él mientras los tres alfas lo miran con advertencia.

—¿Qué diablos les sucede?– pregunta en un murmuro viendo cómo el maestro entra al salón y él se apura a acomodar la silla que había movido para que Draken lo peinara.

No logra conectar su cerebro y atención a las clases porque está demasiado emocionado, sus ojos están prácticamente fijos en el reloj esperando que pase las tres horas restantes para terminar el día pero parece que hoy le ha dado por ir más lento porque no siente que realmente esté avanzando.

¿De qué deberían hablar? ¿Debería ponerse serio o hacer chistes estúpidos? ¿Debería actuar emocionado o indiferente? Bueno, él seguro ya lo ha visto emocionarse así que no le hacía sentido negar el sentimiento y las ganas de verlo pero aún así quería tener un poquito, solo un poquito, de margen al respecto.

Muy bien, estaba planeado lo que haría y lo que le diría. Le diría algo como Hola... ¿Hola? ¿De verdad? ¡Anda Mikey, puedes hacerlo mejor! Respira profundamente y vuelve a mentalizarse como si ya estuviera ahí y entonces él abriría la boca y diría ¿Quieres un chocolate? ¡Si! Eso sonaba mejor para él.

Le ofrecería uno de sus chocolates y luego se sentarían a hablar de cualquier cosa, quizás sea invitado a una cita ¡Eso sería tan lindo! Si ellos tuvieran una cita ¿a dónde irían? A Manjiro le encantaría ir a comer, necesita asegurarse de que ese alfa sepa que él come demasiado o podría asustarlo, hace un puchero porque recuerda que siempre le han dicho que se comporte como un omega en la mesa debido a que es muy ¿cómo decirlo? Desastroso al momento de comer, eran puras tonterías, le diría que su primer cita tiene que ser una dónde coman algo.

Después de una primera cita siempre viene una segunda, luego una tercera, una cuarta ¿serían novios? Oh, tal vez se está apresurando. Sus mejillas se sienten calientes de repente y suspira tratando de despejar su cabeza, lo mejor será no pensar en eso por el momento. Realmente necesita relajarse, está yendo muy lejos.

Según él ya está lo suficientemente calmado pero eso no impide que salte de su asiento apenas suena el tan característico timbre del final de la jornada escolar y comience a guardar todos sus útiles de forma tan rápida y desesperada que en realidad solo los arroja dentro de la mochila y poco le importa si se maltratan. Toma la bolsa de Emma y corre lo más rápido que puede mientras evita al resto de alumnos.

Se detiene de forma casi divertida cuándo recuerda que debería estar calmado y tranquilo, y que ahora si sin duda alguna su alfa debió ser testigo de su emoción. Bufa molesto consigo mismo y su poco autocontrol para retomar su camino al patio trasero, corre para sentarse sobre una jardinera de cemento justo debajo de un gran árbol.

Sus pies no alcanzaban el suelo así que mientras esperaba los balanceaba tarareando una canción de algún comercial que seguro vio con Emma en televisión. Comenzaba a darle calor y el tonto alfa no se apresuraba a llegar. Su corazón late de una forma diferente y sus ojos se abren en grande ¿y si todo fue una broma? ¿Y si nunca hubo un alfa y alguien se está riendo de él? Niega rápidamente, nadie puede ser tan idiota como para gastar tanto dinero en chocolates por una broma.

De pronto ve a Draken caminar de forma aburrida hacía él y le sonríe ampliamente, pero que buen amigo era él ¡Venía a asegurarse que el alfa no fuera un idiota!

—Siéntate conmigo Kenchin, esperemos juntos.– le dice Mikey balanceándose de forma suave.

—De acuerdo.– murmura Draken sentandose a su lado, él realmente no se había dado cuenta y no sabía como sentirse al respecto.

—Oye Kenchin.– le llama Mikey frunciendo el ceño. —¿Cómo saben las flores como lucen las abejas?

—¿Eh?

—Leí en internet que hay una flor con forma de abeja para que las otras abejas le den polen o una mierda así.– explica haciendo una mueca. —¿Pero cómo saben como lucen las abejas? Si las plantas no tienen ojos.

El alfa se lo piensa unos momentos y al final se da cuenta que no tiene la menor idea de que responder. De ese modo comienzan a hablar de diferentes cosas, todas ocurrencias sacadas de la cabeza de Mikey hasta que finalmente escucha la suave voz quebrarse.

—¿Kenchin, me dejaron plantado?– pregunta llorando y limpiando su rostro con pena.

Draken lo mira y parpadea, Manjiro realmente sigue sin entender que fue él. Que todo esté tiempo fue él, que él escribió todo eso, que él le compro dulces, que él lo estaba cortejando. No logra darse cuenta que Ken está enamorado de él. Suspira acercándose para abrazar al omega y deja un beso sobre su cabeza.

—No Mikey, no te deje plantado.

cortejo secreto Where stories live. Discover now