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Sacar de raíz.

Ser quien tiene la razón es un sitio complejo. Sobre todo cuando ninguna de las personas quiere ceder respecto a su postura. No es como que lo chicos tuvieran una, pero es cierto que existe una verdadera discrepancia referente a las acciones y hechos que llevaron a cabo los últimos meses.

Era día domingo, se deduce que este día debería darse al descanso, sin embargo, la autora opina que es el día en que los idiotas arreglan sus problemas. Como cuando la gente hiper -mega-super responsable se dedica a hacer sus debres horas antes de que sean las doce, puede declararse algo similar.

Pequeña gran duda: ¿Por qué ese día y no uno de la otra semana? Pues quizá así no exista un margen de arrepentimiento en nuestros pequeños gatos, búhos y lechuzas. También puede ser porque el universo -pseudónimo de autora- es un verdadero sádico que solo quiere apresurar las cosas para que salgan espantosamente mal.

El reloj marcaba la hora acordada y no había indicios de que fuera a aparecer alguien.

El día establa nublado, el otoño se empezaba a hacer presente en los árboles y las tonalidades que flotaban en el ambiente.

La ausencia se hacía notable porque realmente no había nadie allí.

¿Alguien tomaría el valor para hablar frente a frente?

¿O serían los suficientemente corbardes para dejar las cosas tal cual?

Tomar rumbos separados era una opción. Una gran opción considerando lo ocurrido.

Tal vez lo ocurrido no era algo tan atroz, pero dejaba las cosas con una desconfianza inmensa.

Para que mentir, sí, acosar es algo atroz e inexcusable, sin embargo, de todas maneras había que hablarlo. Por más pequeño que se formulara el diálogo.

La hora acordada exedía 15 minutos los cuales parece que a todos se les ocurrió llegar tarde.

Porque ahí estaban, sí. Poniéndo el pecho a las balas.

Caminando sin prisa a aquel parque que había sido testigo de sus pecados. Ojalá y el creador los perdone porque quedaba la duda si a quien debían pedirles disculpas los perdonarían.

Quedaba la duda porque ahí no iban a pedir disculpas, sino que iban a decidir que harían con su amistad.

Con temor, se posicionaron a una distancia prudente, parados uno al lado del otro. Dejándolos en una línea.

Se dispersaron un poco para verse las caras. Iniciarían la conversación saludándose ente sí, ya sea lo quieran ver por cordialidad, cortesía u amabilidad; se saludaron.

―Entonces... ¿Cómo empezamos? ―expresó Kuroo.

―Yo quiero empezar preguntando, ¿qué es lo que les parece tan mal? Digo, entiendo lo que hice, sé que estuvo mal, pero no estuvo exageradamente mal. Además no fue por capricho, fue por el bien de todos en realidad. ―habló Akaashi. Se propuso ser lo más franco posible en la conversación. Quería aclarar sus dudas.

Los demás lo miraron sorprendidos, parecía que las palabras que Akaashi había dicho no pertenecían a su boca porque nunca se les había pasado por la mente que Akaashi no entendería la gravedad de sus actos. 

Donde sea que vaya  [Bokuakakuroken] Where stories live. Discover now