20. Secretos revelados -parte 1

700 52 23
                                    

Capítulo 20

Días después...

ODETTE

—¡Ody, carta para ti! —anuncia mi madre desde el salón, dejo mi libro en la mesita de noche y bajo las gradas. No creo que sea carta de la universidad, apenas lo envíe hace unos días. Llego hasta la sala y ella me entrega una carta, frunzo el ceño, pero ella no dice nada y sigue viendo su correspondencia. Subo con la carta en mis manos y noto que no tiene remitente. No podía ser más extraño y escalofriante de lo que es. Cierro la puerta y procedo a abrir la carta. Está escrita a mano; no reconozco la letra y empiezo a leerla:

Te espero hoy a las 14:00 p.m. en la cafetería del Lado del sur.

Ve sola.

Se puntual.

Tengo algo que decirles.

Tu padre.

Me quedo sin palabras y me congelo en mi lugar, procesando lo que acabo de leer. Mierda, no ahora no. Pero esa vocecita en mi cabeza dice que no vaya. Solo quieres hablar, ¿no? Tal vez quiera resolver las cosas, explicarme por qué nos abandonó y pedir perdón, tal vez, ser una familia de nuevo, ¿verdad?

Tengo que ir.

Solo falta una hora.

La cafetería del Lado del sur, como lo dice su nombre, está en el sur, por donde vivía antes. No he ido desde entonces, pero recuerdo que servían unas ricas malteadas de chocolate.

Doy un fuerte respiro y empiezo a alistarme.

...

Llegué hace unos minutos, pero me fui incapaz de entrar y poner un pie adentro. Levanto la mirada y observo el letrero de la cafetería. Agarro con un poco más de fuerza mi bolso y, por fin, entro al lugar, observando a todos, hasta que mi mirada localiza a mi padre, mirando el menú. Me acerco con pasos lentos y mi mirada sigue clavada en él. Michael Aniston. Mi padre. Cuando lo vi por primera vez después de tantos años... fue un golpe muy duro para mí. Tanto que no comí por días y tampoco podía conciliar el sueño. Mi padre tiene el mismo color de cabello que el mío, pero el suyo es más opaco, más apagado y con algunas canas en sus raíces, los ojos miel como los míos, pero los suyos son más grises, más oscuros. Una nariz recta, arrugas en la frente y una que otra cicatriz en el rostro, tal vez sean golpes, pero esos parecen ser hecho por un objeto filoso, diría que un cuchillo. No me imagino lo que hizo o lo que le hicieron. Me detengo a su lado y levanta la mirada, parece tener dolor y arrepentimiento en ellos. Me siento a su frente, solo la mesa redonda nos separa y se lo agradezco mentalmente.

Admito que lo odiaba, con todo mi ser, con todo lo que tenía, pero luego, después de un tiempo, no le vi razón, no lo estaba dañando a él con mi odio, me estaba dañando a mí, solo me afectaba a mí. Entendí que no servía de nada odiarlo, tampoco lo perdoné, mucho menos olvidé, solo sentía indiferencia, un poco de indiferencia hacia él.

—Hija —dice, dejando el menú en la mesa y apoya los brazos también.

Aprieto los dientes, —Michael —digo con un poco de desdén. Viene una joven con una libreta en sus manos e intercambia mirada entre ambos, incomoda.

—¿Están listos para ordenar? —pregunta cortésmente, pero infiero que sintió la tensión entre los dos.

—No, gracias, todavía falta una persona más y luego ordenaremos —responde Michael de forma amable, veo de reojo a la camarera: asiente con la cabeza y se aleja de nosotros.

Odette & Caden [Sensaciones #1] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora