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En una ciudad donde, por lo menos una vez al día, los alienígenas intentan exterminar a todos, no sería extraño que un rayo láser volviera polvo a uno, o que los escombros causados por una lucha entre dichos alienígenas y el superhéroe le cayeran encima. Pero, Eren Jaeger tiene una sincronización perfecta y nunca se encuentra alrededor cuando ocurren los ataques. Y aunque desesperadamente corra hacia donde suceden los hechos, intentando que, aunque sea, un coche volador lo aplaste, nunca tiene esa suerte.

Eren Jaeger quiere morir y el destino se opone con todas sus fuerzas. Más bien, se burla de él.

El capitán Levi –superhéroe protector de la ciudad– lo tachó como algún tipo de fanático desquiciado, que siempre está persiguiéndolo. Le mandó saludos por la televisión: «Al bastardo suicida que definitivamente es mi fan #01» Pero, no, Eren sólo está buscando acabar con su vida.

No sabe exactamente por qué. Su cabello largo oscuro, delineado grueso y ropas negras sólo indican que podría gustarle demasiado la muerte. Debe ser mejor que un aburrido trabajo en un aburrido cine situado en una todavía más aburrida ciudad. Vamos, algo más para que hable la gente. Ya está cansado de que las noticias sólo giren en torno al superhéroe nuevamente rescatando la ciudad. No hay delincuentes, no hay asesinos, no hay suicidas, sólo extraterrestres furiosos. Qué pesada utopía.

Como sea, ya está por acabarse. Por fin, Eren Jeager lo hará. Los periódicos finalmente tendrán su rostro entre los muertos.

Ya puso en orden todos sus asuntos. Ejem, tiró el delantal ante los pies de su jefe y le gritó que se jodiera, redactó una trágica nota suicida en la que culpaba a The Hounds (equipo de baloncesto local) por haber arruinado el último juego (ni siquiera le gustaba el deporte) y le prendió una velita a la foto de sus viejos. Todo listo.

Por eso, ahora que mira los trece pisos del edificio más alto de la ciudad (sí, el más alto, ya eso dice bastante) siente una increíble calma. Mece los pies encima del vacío, sentado en el borde de la azotea. La fría brisa nocturna alborota sus cabellos, enredándolos con el viento. Sólo un empujoncito y estará hecho.

El porro que fumó antes de subir le brinda una sensación estupenda y relajante. Decide no pensar más. Se levanta encima de los talones y se incorpora. Con una sonrisa atontada, da un paso hacia el vacío, como si pudiera andar sobre él.

Entonces, cae.

La caída libre es fantástica. Todo se mueve demasiado rápido, los brillos de la ciudad se vuelven borrones difusos, el viento golpea con demasiada fuerza, su corazón desembocado está aguardando por el final, uno donde no lata más. Qué glorioso. Ya casi puede sentirlo, el cemento tan próximo y-

Y ya no está. Sólo puede observar con los ojos desorbitados como el pavimento se aleja. No, unos brazos lo están alejando. Unos fuertes brazos que lo envuelven como una damisela en apuros. Incluso drogado, comprende lo que está pasando. Maldice en voz alta.

−Hey, chaval. –Dice el Capitán Levi. –¿Qué diablos estás haciendo?

.

Cuando es dejado sobre un estacionamiento próximo, Eren se arrastra por el suelo y empieza a golpearse la frente contra éste. No puede ser cierto ¿por qué no se había retardado unos segundos? Ignora el par de botas marrones que se acercan, hasta que el sujeto a quien pertenecen lo agarra del cabello, no dejando que siga haciéndose daño. Ya un hilo de sangre resbala por su frente.

Mira los gélidos ojos azules del Capitán Levi.

−¿Estás chiflado? –Examina detenidamente sus pupilas, resoplando− No te andes metiendo esa porquería. Casi te matas ahí.

SUPER LOVE | Riren/EreriWhere stories live. Discover now