Naruto ||Hijo de Shikamaru||

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«Lejos de casa»
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¿Estar lejos de mamá y papá esta bien?

La vida parecía no augurar nada bueno para un pequeño de cabello rubio, tener la atención para el, fue el detonante de su hermano mayor para hacerlo alejar de su familia. Mandarlo a otro aldea no sonaba mal, ¿verdad? Después de todo debía de aprender cosas que ellos no se lo enseñarían.

Tener dos padres reconocidos fue bueno, en cierta parte. De lo contrario, podía tener a sus tíos, uno siendo el Kage más joven de la historia que haya habido. Y el otro, uno de los marionetistas más talentosos, crecer lejos de papá y mamá quizás estaría bien.

Su hermano seguiría con la atención que merecía, quizás no debió nacer en primer lugar. Quizás espero mucho de su familia y al final había obtenido poco o nada. Su corazón dolió al recordar las palabras, su ida a Suna en tiempo indefinido. Resulta que viviría ahí en adelante, ¿Qué ideas le había dicho Shikadai a sus padres? ¿Era el, el que estaba mal?

Sus preguntas pareciera que no tendrían respuestas, quizás haya encontraría algo de paz. Algo que había perdido durante los últimos meses en su hogar, quizás haya podría hacer amigos, que ahí en Konoha nunca pudo tener. Quizás...

— El tren te espera. — Escucho el hablado de su padre, sus ojos azules con toques verdes lo miraron con esperanza de que revocará su decisión.

— Papá, no quiero ir. — Espero que eso funcionará, pero lo único que hizo su progenitor fue ignorarlo. — Me portare bien mamá, ¡No me envíes! No molestare e incluso seré invisible para que no te enojes, mamá no quiero ir. — Sus ojos se cristalizaron.

— Gaara sabe que llegaras, el ira a recogerte. El enviarte no fue una decisión fácil, pero tu te empeñaste en molestar a Shikadai y no obedecer las cosas. — Sus ojos miraron sus pies, mientras sus pequeñas manos se hacían en puños.

El nunca quiso hacer todo lo que su madre decía, Shikadai le había dicho que él las haría. Confío en su hermano mayor y ahora estaba siendo enviado lejos de su aldea.

— Mami. — Su llamado hizo que la atención de Temari se concentrará en el. — Te quiero. — Sus pequeño brazos rodearon en un abrazo las piernas de la rubia. — Papi, cuida a Mami. — Ni uno de los mayores supo como reaccionar ante el acto.

Sin que ellos hicieran algo el pequeño rubio subió al tren, adentrándose a su asiento. Sus ojos botaron lágrimas, al sentir la opresión que su pecho sentía, hubiera querido que ellos hicieran o le dijeran algo para quedarse. Su estadía en Konoha había terminado, Suna le esperaba.

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