Destinada

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CALEB

—Dime que ya tienes una solución, abuela.

—Ya sabes cuál es, Caleb. No hay otra forma de salvarlos a los dos que no sea esa.

—¿Estás segura que no hay otra forma? Dime que hay otra manera de salvarla. No me importa si yo no lo hago, pero dime que ella sí tiene la posibilidad de hacerlo.

Mi abuela se quedó en silencio, pensando la respuesta como muchas veces lo hace antes de darme una. Estoy cansado de no poder encontrar una solución que acabe con esta maldita maldición que llevo a cuestas desde que nací, pero ahora que la tengo al alcance de mis manos, no soy capaz de perder al único rayo de luz que me ha iluminado en la oscuridad.

No puedo ser tan egoísta; dejarla morir a cambio de mi libertad no es lo que deseo para ella. Alicia merece lo mejor en la vida, aunque sé que nunca podré ofrecerle nada.

—Me gustaría decirte que hay otra forma de romper la maldición sin que Alicia salga perjudicada, pero no es así, hijo — se quedó observándola por largos segundos—. Ese fue el destino que Azura les impuso a los dos. Por años he buscado el punto de quiebre de ese demonio; sin embargo, ella al ser mucho más poderosa de lo que soy yo, es imposible que una bruja que practica magia blanca pueda liberarlos.

Ese es mi destino; morir, convertido bajo la sombra de una bestia. Más no la de ella; Alicia puede salvarse, siempre y cuando esté lo más lejos posible de mí.

—Saca todo el veneno de su cuerpo, tan pronto se recupere, la llevaré de vuelta a su hogar — aparté la mirada de ella, sintiendo una fuerte opresión en el pecho.

Desde el primer instante en que la vi, todo de ella me cautivó. Me lamento no haber podido hacer absolutamente nada para salvarla de mí mismo de aquella noche en la que sufrió el accidente. Nunca he querido lastimar a nadie, menos a ella; no obstante, esa bestia oculta que brota de mí cada luna llena, es algo incontrolable. Es la parte más malvada de mí, la cual tiene vida propia y aparte.

—Ella es tu salvación, Caleb.

—No, papá, no puedo permitir que la mujer que amo muera por mi culpa.

—Pasaste largos años esperándola. ¿Cómo es que ahora cambias de opinión? Además, no puedes amar a alguien que apenas si conoces.

Me quedé en silencio, tomé la mano de Alicia y la llevé a mis labios. Mi corazón se aceleró de repente y el regocijo en mi pecho fue llevándome a una paz efímera. Aunque no pueda explicar mis sentimientos hacia ella, supe desde esa primera noche en que la vi tan vulnerable, hermosa y rota por mi culpa, que ella era quien amaba y había estado esperando.

«Aquella mujer aparecerá de repente; sin que lo esperes, sin si quiera tener la plena seguridad de como sea. Aquella destinada, aparecerá el día menos pensado en tu camino; y, bastará con una mirada, un delicioso olor y un solo salto de latido de tu corazón para amarla. Tu no la eliges, Caleb; ella es quien elige nuestro ser amado. Tienes que aceptar lo que la diosa Luna te ha enviado exclusivamente para salvarte y amarte con la misma locura en que tú lo harás». Recordé las palabras de Augusto, aquella noche en que la media luna nos iluminaba luego de mi segunda transformación hace muchísimos años atrás y fue él quien me contuvo junto a mi abuela para que nadie saliera herido.

Desde ahí nació cierta amistad entre los dos, pero la cercanía que tuvo en el hospital con Alicia, hizo que otro tipo de sentimiento explotara en mí.  

—No puedo seguir causándole daño. Suficiente le hago con tenerla aquí — dejé su mano sobre su pecho y me aparté de ella—. Ayúdala, abuela.

—Siempre lo haré, pero no puedes protegerla de Azura. Ella ya tiene el sabor de su alma en su paladar. No descansará hasta beberla por completo. Ella volverá para cumplir su palabra, Caleb. Tu lo sabes, sabes de lo que es capaz de hacer.

—Lo mejor es se quede con nosotros — dijo mi padre—. He pasado años viendo cómo mi único hijo sufre, no permitiré que ese ente se lleve lo que queda de ti. Tenemos una oportunidad de salvar tu alma.

—¡¿Qué cosas dices, papá?!  ¡Prefiero seguir siendo una maldita bestia toda mi vida, antes de permitir que Alicia sufra por mi culpa! — la rabia y la impotencia empezó a correr caliente por mi sangre—. ¡Encontraré la forma de acabarla! Estoy seguro que debe haber una posibilidad de llevar a ese demonio a dónde pertenece.

—Encontraremos la forma de acabarla, pero primero debes calmarte, Caleb — mi abuela apoyó la mano en mi hombro, paralizándome por completo y disipando la furia de mi ser—. No será nada fácil llevar a un demonio de regreso al infierno, pero no creo que sea imposible. Tendremos que buscar información y aliarnos con el clan de la montaña. Sé que nos odian, pero son lo únicos que nos pueden ayudar en este momento. Hablaré con Augusto, tal vez pueda convencer a su padre.

—Caleb... — escucharla susurrar mi nombre me llena de felicidad. Hace que todo se me olvide por cuestión de segundos, aunque luego la realidad me golpee fuertemente.

—No te dejaré sola — me senté a su lado y tomé su mano, de la misma forma en la que lo he venido haciendo desde el primer día que se encuentra con nosotros.

Luego de tres días en los que mi abuela se dedicó a sacar el veneno de su sistema, Alicia despertó con mejor color en el rostro. Las marcas de las quemaduras que causó el veneno de Azura, poco a poco han empezado a desaparecer, lo que significa que mi abuela hizo un buen trabajo. Su piel es muy hermosa como para ser dañada por ese demonio. Tan solo de pensar en como la tenía acorralada aquella tarde, la rabia se apodera de mi mente.

—Hola, ¿cómo te sientes? — me incliné a su rostro y la miré a esos ojos tan azules como el cielo que posee y que tanto me gustan—. Lamento todo lo que te ocurrió.

—¿Qué es todo eso que han estando escondiéndome, Caleb? — me atacó con otra pregunta—. Estoy en el derecho de saber la verdad, ¿o me estoy involucrando en asuntos que no son míos? Entiendo su privacidad, pero es muy extraño y confuso lo que ha estado pasando. ¿O es que también hace parte de mi imaginación? No quiero creer que el accidente me dejó loca.

Oculto [En Físico]Where stories live. Discover now