8. - Capítulo II: Profunda Soledad

9 4 1
                                    

Pasaron varios días tras lo ocurrido. No he sabido nada de Nakisha, los 42 aventureros ya se dieron por muertos y el artefacto fue entregado al noble. Dicen que he tenido mala suerte, la gravedad de mi brazo puede ser solucionada, sin embargó, aquel demonio me contagio una terrible enfermedad que no tiene cura aquí, en reinos humanos.

Al menos, aún puedo utilizar ambas extremidades, que era algo que me preocupaba. En ese sentido he tenido suerte. Regenerar los tejidos perdidos siempre ha sido más fácil que regenerar toda una extremidad desde cero.

Aunque, aún tengo el hedor de esa tumba en mi olfato. Aún puedo oler la sangre en mi cuerpo y armadura. Aun siento este agotamiento físico al cual fui sometido durante mi tiempo dentro.

Tras unas horas de lento regeneramiento, el brazo destruido de Lancaster había vuelto a su estado natural. Ahora tenía un brazo grueso y otro muy delgado. Una abismal diferencia entre uno y otro. Le tomaría tiempo reponerse completamente, pero era algo que ya podría hacer solo.

Cubriéndose con una capa aquel brazo regenerado, entró a una habitación del gremio dedicada plenamente a atender heridos.

Allí encontró a Nakisha, recostada con vendajes en sus piernas, con la mirada perdida mientras no podía hacer nada más que esperar.

Lancaster se le acercó, sentándose a un lado mientras intentaba llamar su atención de algún modo.

— ¿Cómo te encuentras, Nakisha?

Ella tardó un poco en desviar su mirada y encontrarla con la de Lancaster.

— No te había visto llegar, Lancaster — Comenta con algo de sorpresa. — Dicen que estaré bien, pero que ya no podré volver a caminar jamás. — Estaba decepcionada de lo que había perdido, su sustento y su razón para vivir. Pero simulando una leve sonrisa, volvió a dirigirse a Lancaster para realizarle una preguntá. — ¿Cómo se encuentra tu brazo?

— Dicen que fui afortunado. Los brebajes tuvieron la suficiente eficacia para restablecer los tejidos perdidos. Si hubiera llegado a amputación, ya no habría nada que hacer. — Quitándose la capa, dejó ver aquel flacido brazo con escasa masa muscular.

— Vaya, se ve horrible — Comentó Nakisha con una pequeña risa.

— Lo sé — Respondió Lancaster mientras sonreía de forma natural, algo que lo sorprendió en el acto. Luego, volvió a cubrirse el brazo con la capa. — ¿Alguien vendrá a buscarte?

Nakisha desvío la mirada hacia el techo de madera, observando a la nada mientras recuerdos nostálgicos recorrían por su mente.

— Mi padre vendrá a buscarme — Dijo, mintiendo en ello. Nadie vendría a por ella, pero sabía de cierta forma que Lancaster no se iría sin saber que ella se encontraría bien.

— Ya veo, ¿Quieres que te haga compañía hasta su llegada? — Se ofreció amablemente Lancaster.

— No. Voy a estar bien, pero te agradezco por el ofrecimiento. — Contestó ella. — Además, debes tener cosas que hacer ahora, ¿no crees?

Lancaster suspiró debido a que estaba en lo cierto. Ya se había ausentado bastante tiempo, y volver era algo que tenía que hacer.

— Después de esta experiencia, me tomaré un descanso, al menos hasta volver a estar en forma

Despidiendose de ella, se retiro del lugar para dirigirse a una tienda a comprar finalmente aquel anillo por el cual tanto se había sacrificado.

Nakisha se encontraba destrozada en su interior, pero lograba ocultarlo a los demás con su sonrisa. Cosa que no se puede decir de sus ojos que la delataban fuertemente.

La Desolación Del AventureroWhere stories live. Discover now