Durante todo el día estuve pensando que tipo de secretos podría descubrir de Lucas. Sabía que lo que habíamos acordado intercambiar eran datos insignificantes, pero aun así me gustaba la perspectiva de conocer más sobre él, aunque fueran meros hechos superficiales. Sin poder evitarlo, mi mente rememoraba nuestra breve conversación de aquella mañana en el autobús, y una sonrisa tonta se dibujaba en mi rostro al recrear la escena mentalmente.
―¿Lis? ¿Me estás escuchando? ―me preguntó Helena. Llevaba un buen rato hablándome de cotilleos de la gente de su clase, pero sin poder evitarlo me había quedado ensimismada en mis pensamientos. ― Tierra a Lis. ― Agitando una mano a un par de centímetros de mi rostro.
― ¿Qué? ― respondí perpleja. ―Te estaba prestando atención.
― Seguro. ― Helena resopló.
Anais llamó a la puerta en aquel momento, salvando de tener que rememorar lo que Helena me estaba contando.
―Chicas, Iker y Hugo me han dicho de ir a su cuarto a ver una película de miedo, ya sabéis esa de la que no paran de convencernos de ver. ¿Os apuntáis? ― nos preguntó Anais.
―Sí, total, Lis no me está haciendo ni caso ―respondió Helena irritada levantándose. Anais me miró sorprendida, yo negué con la cabeza sin que Helena me viera, y también me puse en pie.
Los chicos llevaban unos días muy pesados con ver una película de terror que no paraban de anunciar en Netflix. Estaba en los primeros puestos de la sección de "lo más visto" y la gente no paraba de hablar de la trama y el final alucinante que tenía, pero sabíamos que la verdadera razón era porque estaban deseando asustarnos durante la película. Cuando llegamos a la habitación de los chicos vimos que, estos aún estaban recogiendo, y no fue difícil suponer que aquel espacio podría haber sido declarado en estado en estado guerra hacia cinco minutos.
Apagamos todas las luces, cerrando las persianas y bajamos los colchones de la cama al suelo para que todos pudiéramos estar tumbados. Dado que nadie quería compartir nada de comer, me había preparado un bol enorme de palomitas para mi sola que tenía pensado disfrutar como acompañamiento a la película. Sin embargo, Hugo que se había decidido sentar a mi lado, empezó a robarme palomitas.
―Sabes que son mías ¿no? ― le susurré a Hugo, apartando su mano de mi bol. ― Haber dicho que querías y habríamos hecho más.
―No seas egoísta, Lis.
―Tss, están a punto de matar a la rubia ― le recriminé. Estábamos en una escena típica de silencio que, de normal suele predecir a un susto, en la cual la chica rubia de la película había decidido separarse del grupo y explorar la casa abandonada por su cuenta. Aproveché el momento de tensión, para darle un suave golpe a Hugo en la espalda y asustarle.
― Lis! ― me reprochó Hugo. Yo me reí entre dientes divertida.
Estaba disfrutando la tensión y los sustos de la película y, sobre todo, parecía que por primera vez había conseguido relajarme al lado de Hugo, incluso pude notar los ojos de Hugo clavados en mí en algunos momentos de la película, aunque todas las veces que me giraba siempre le veía mirando la pantalla con atención, y entonces era yo quien estudiaba el perfil de su silueta. Su nariz tenía el puente bajo terminada en una punta redonda y ancha, mientras que sus labios eran gruesos. Su rostro terminaba con un mentón pronunciado que le daba un aspecto viril. Por primera vez en aquel día, olvidé mi intricada red de pensamientos alrededor de Lucas y el pacto acerca del intercambio de secretos.
Cuando la película terminó, después de que Helena gritará varias veces, e Iker intentase también asustar a Anais sin mucho éxito, se había hecho tarde y teníamos que volver ya a la habitación, sino queríamos que las clases del día siguiente fueran un sufrimiento. Volvimos a colocar el colchón en su sitio y nos despedimos de los chicos. Como era de esperar los pasillos estaban desiertos y solo habíamos avanzado solo un par de metros hacía el pasillo en el que estaban los dormitorios de las chicas, cuando en la intersección entre ambas alas del edificio, pudimos escuchar con claridad un par de voces que parecían discutir.
―Te he dicho que no te acerques de nuevo si no quieres problemas― dijo una de las voces elevando el tono. Nos habíamos acercado al recodo del pasillo sin hacer ruido para poder escuchar mejor. Se encontraban en la sala de los microondas, de modo que ninguno de los interlocutores de la pelea se había percatado de que estaban siendo escuchados. Aquella sala era un cuartito muy pequeño, que casi nadie solía usar, ya que solo contenía un par de microondas para calentar tuppers o infusiones. Las tres nos miramos y nos quedamos quietas escuchando, agudizando el oído.
― Tío, ¿Por qué te metes? ― contestaba la otra voz bastante más tranquila.
― ¿Qué más te da? ― En aquella ocasión reconocí al interlocutor. Estaba segura que se trataba de Lucas. ― Lo importante es que captes el mensaje.
― No tienes ni idea de lo que estás hablando.
― ¿Y me lo vas a explicar tú?
― Es que las cosas no son como te las han contado... ― A pesar de que la conversación continuaba y parecía que al final íbamos enterarnos de que iba todo aquello, el móvil de Helena vibró en aquel momento. Sin tener que mediar ninguna palabra entre nosotras, y aún de manera sigilosa, nos escabullimos por las escaleras que daban al primer piso. No estábamos haciendo nada malo y seguramente ninguno de los dos le había dado ninguna importancia al sonido de móvil de Helena, pero tampoco queríamos ser descubiertas escuchando conversaciones ajenas. Además, el argumento de la película parecía que había calado en nosotras, y estábamos mucho más sobresaltadas de lo normal, por lo que nuestro primer instinto fue huir.
― ¿Habéis entendido algo de lo que estaban hablando? ― preguntó Anais en susurros, mientras caminábamos de vuelta a nuestros dormitorios.
― Ni idea, pero me ha parecido que una de las voces era de Lucas. Vamos, estoy segura, pero no entiendo porque estaba tan enfadado. ― En estos últimos días que había podido conocer más a Lucas, nunca le había imaginado como una persona violenta, más bien me parecía bastante tranquilo y reflexivo, pero en esa conversación no parecía él mismo, su voz tenía un deje de chulería y se había mostrado bastante agresivo con el otro chico. ― ¿Habéis podido reconocer con quien estaba hablando?
― No, pero seguro que logro averiguarlo ― dijo Helena. Desde luego que, si alguien era capaz de identificar la voz de ese otro chico, esa persona era Helena.
Aquella noche cuando cerré los ojos no pude evitar rememorar todo lo que había ocurrido en el transcurso del día. La propuesta de Lucas de intercambiar secretos, la inquietud inicial que había sentido y que, rápidamente, había dado paso a una sensación de calidez al ser la afortunada que Lucas había elegido para intercambiar confianzas. También rememoré la película, y el rostro de Hugo se unía a mis pensamientos superponiéndose con la voz enojada y la pelea que acabamos de escuchar. Aún no podía creerme las muchas facetas que había visto de Lucas en tan poco tiempo. Su actitud era bastante impredecible e impulsiva, y me costaba reconciliar el Lucas de los primeros días frío y altivo con el chico agradable que estaba conociendo últimamente.
Conforme el sueño me iba venciendo, el recuerdo de nuestra conversación en el autobús se iba instalando en mi mente, ganando a la imagen del Lucas enfadado y, por último, me dormí imaginándome que podía nadar en sus profundos ojos azules, perdiéndome en cada uno de sus recovecos, explorando cada uno de los matices de que conformaban su intensidad.
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El comienzo de Lis
Teen FictionLis abandona su pequeño pueblo para comenzar su primer año de universidad en la gran capital de España, Madrid. Por fin, tiene la oportunidad de establecer nuevas amistades, explorar una inmensa ciudad y experimentar aventuras emocionantes. Su gran...