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-Sorprendente, señor Uzui- comentó en italiano su profesor guía. Estaba asombrado de la increíble exposición nueva. Cuadros y esculturas en tonos ocres, amarillos rojos. Vibrante, lleno de pasión. La precisión que Tenía Tengen para evocar sentimientos en el espectador era el talento de ese joven becado. Tuvo la suerte de conocer a Tengen el primer año, se percató de su potencial y ahora estaba dando ya su última exposición, para conducirlo a la graduación de maestro de las artes -aunque siempre me sorprende que utilices esta gama de colores concreta...-

Tenge guardó silencio. Claro que reconocía su particular uso de amarillos en sus últimos trabajos, pero no era algo que le iba a explicar al decano. Demasiado personal.

-Supongo que, como a los grandes artistas, tengo mi época de amarillos- comentó risueño.

-Mientras no caigas en la época del azul, no hay problema- comentó el decano, completando el formulario de graduación de Tengen. No iba a hacerle montar otro set de piezas y exposiciones. Era más que sabido el talento y reconocimiento que se ganó el albino a lo largo de su estancia en Roma. Ya había expuesto en otros museos del país, además de ser invitado a Alemania. Esto era solo la formalidad. Y él ya era un maestro de las artes plásticas. Ahora podía desempeñarse como artista full time, director de galerías de artes, museo o, incluso, dar clases como profesor.

Estaba orgulloso de su logro, así que se apersonó a la casa de Mitsuri, donde fue recibido con un excelente cabernet sauvignon y una tabla con quesos, charcutería, uvas y chocolates. La compañía y conversación fue amena y grata. Comentó que había comprado un pasaje de ida a Japón para visitar a su familia, ya hacía bastante que no los veía.

Una vez terminada la celebración, caminó tranquilo por el parque hasta que recibió una llamada de su amigo Sanemi.

-¡Hola buenas!- contestó Tengen.

-Hola nuevo señor artista de elite- contestó su amigo, burlándose un poco del logró de su amigo- Ahora que ya perteneces a la clase alta, te olvidaras de todos nosotros, los lacayos-

-Si, así será- contestó

-¡Serás cabrón!- se quejó su amigo molesto-esa es la parte cursi en la que dices que jamás nos abandonaras, maldito-

-Pero es que soy un artista de elite, ahora solo puedo compararme con otras estrellas igual de brillantes que yo- le contestó socarrón -¡que es broma, joder! Si eres mi compa, aunque solo seas un policía-

-Detective-

-¿Qué! ¡pasaste el exámen!-

-¡Si, que te den Tengen!- contestó riendo- ¿Qué te crees? ¿Qué solo a ti te va bien? Y además tengo otra noticia-

-¿No me vas a decir ahora que te casas, Sanemi?- luego de no escuchar ruido -¿Aló?-

-¡¡Kaede me dijo que si!!- el grito fue fuerte y casi destruyó el tímpano del albino, pero no importó.

-¡¡Felicitaciones, amigo!!-

-Tienes que venir a la boda, hijo de la chingada-

-¡Claro que iba a ir, aunque no me invitarás, cabrón!-

Luego de un buen rato escuchando los detalles de la propuesta, los planes de boda y las fechas que debía presentarse, terminó la llamada feliz. No podía creer que ahora Sanemi y Kaede planeaban casarse y hacer familia. Se sentía feliz por ellos. Pero no pudo evitar sentir un poco de envidia. Él no tenía algo similar a eso. Si bien tenía amantes ocasionales, no sentía ningún apego ni sentimiento especial por permanecer en la vida de alguien. Hace años que no sentía eso.

Siguió caminando hasta que escuchó nuevamente su teléfono.

-¿Aló?- contestó el albino, mientras caminaba rumbo a su hogar. Ya estaba pensando en que debía comprarse un traje, para lucir como el padrino del millón de dólares.

El color del sonidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora