07

2.5K 227 192
                                    

El parque está hermoso; el viento corre suave, el solcito de invierno baña cada rincón y golpea el rostro de aquellos jóvenes que se han enamorado sin querer.

Están sentados debajo de la copa de un árbol, sobre una manta y tomando mate.

A Louis jamás le ha gustado la idea de tomar de la misma bombilla, pero como es Harry, se la deja pasar.

Los criollos siguen calientes a pesar que ya ha pasado un buen rato desde que están allí, y Harry afirma que es porque los ha comprado él.

Louis no puede objetar al respecto porque es verdad, los ha comprado él.

Así que ahí están, bajo ese árbol que Louis ruega no sea un siempre verde, porque las bolitas esas son re molestas y tiene miedo de que al fotógrafo de ojos bonitos se le ocurra iniciar una guerra con ellas.

Tiene la cabeza sobre el regazo de Harry y los ojos a medio cerrar, observando perdido las facciones angelicales que tiene ese hombre que cautivó su corazón.

Hoy se le ha ocurrido hacerse media cola para atrás, y como no le ha alcanzado el cabello, se le escapan mechones que caen como ondas rizadas sobre los costados de su rostro, y Louis piensa que no hay imagen más hermosa.

Además, sus ojos parecen estar más verdes que nunca y Harry, que es chamuyero por naturaleza, le dice que es porque cambian con el tiempo.

Otra vez lleva una franela, esta vez de color celeste medio gastado con cuadritos blancos, y debajo de ella una manga corta de un color pálido que Louis no puede llegar a diferenciar bien.

El futuro periodista también piensa que Harry debe de tener una fábrica de franelas en su casa, porque todos los días aparece con una nueva.

Los mimos en la cabeza de Louis no se han detenido por nada en el mundo, y realmente se siente dormir por la paz que le genera estar así; con Harry.

—Che, parece que en unos días lo fletan al bigotudo.—el fotógrafo comenta, así de la nada.

Louis tiene que fruncir los labios para no romper en una carcajada, y es que son cosas que sólo Harry puede hacerle sentir.

—¿Sabés cuándo?

—No, pero dicen que no pasa de un año. Las cosas no están en buenos términos, mucho menos después del quilombo que se armó el veintinueve.

—Todo gracias a mí.—Louis bromea, volteando su cuerpo para que el dorso quede contra el pasto y su mejilla en los muslos de Harry.

Levanta la vista un poco, y se encuentra con esos ojazos verdes que brillan conteniendo el universo completo en ellos, y le rodea la cintura con los brazos, abrazándolo como si fuera a desaparecer en el instante en que cierre los ojos.

—¡Qué hubiéramos hecho sin vos!—Harry se burla, levantando las palmas de sus manos al aire.

—Cállate, idiota.—Louis refunfuña, frotando su mejilla contra la tela rugosa de los Levis de Harry.

—Callame.—el fotógrafo suelta como si no fuera nada más que una simple palabra, una orden que parece va a quedar en el aire en el momento en que se inclina sobre su cuerpo para alcanzar el mate.—¿Te toca a vos o a mí?

Louis literalmente está sorprendido, con los labios entreabiertos y los ojos casi que se le van a salir de las cuencas. No puede comprender cómo es que Harry hace eso.

Ha perdido la cuenta del número de veces que Harry suelta ese tipo de cosas así y luego prosigue la conversación como si nada. Como si no causara nada dentro del cuerpo de un periodista que se derrite por él.

Brave. [L.S] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora