–Oye, ¿Recuerdas esa cadena pizzerías que tuvo que cerrar hace unos años?
Fue lo que preguntó el amigo de Alex hace unas semanas.
Durante el descanso de la universidad se pusieron a hablar sobre esa antigua pizzería, ahora en ruinas, a las afueras de la cuidad.
–¿Freddy Fazzbear? Sí, ¿Por qué lo preguntas?
–Me he enterado que han abierto una atracción de terror basada en los mitos de los asesinatos.
–¡¿Los de hace 30 años?!
–Shhh, no grites, son todo rumores, cinco-
–Por el culo te la hinco.
Jack miró fijamente a Alex, muy serio.
–¿Por qué somos amigos?
–Sigue, sigue, no seas dramático, no he podido evitarlo.-respondió Alex aguantando la risa.
–Mira, si no quieres que te lo cuente-
–Vale, vale, lo siento, continúa- le interrumpió Alex y puso cara de pena.
(N del A. Me está dando tremendo cringe escribir esto, lo siento)
–Lo que iba diciendo, no son más que rumores, pero unos cuantos niños desaparecieron en esa pizzería, el problema es que nunca encontraron los cuerpos por lo que no pudieron inculpar a William Afton, el dueño del local.
–¿William Afton?
Alex no había nacido aun cuando William estaba vivo, pero había visto varias veces anuncios de la pizzería en la televisión en los que él aparecía. De pequeño no le tomó mucha importancia, pero con el tiempo se le comenzó a hacer... atractivo. Y que fuera un presunto asesino no mejoraba las cosas. Pero Alex no podía evitar sentir esa extraña atracción por él. Su sonrisa parecía ciertamente retorcida, sus manos claramente fuertes pero esbeltas, su forma pausada de explicar las cosas con su voz no excesivamente grave pero sí lo suficiente para enredarlo con sus palabras...
–¿Alex?¿Estás ahí?
–Ah, sí... Sí, estoy bien, ¿que decías?
–Tío, no me jodas que te sigue gustando ese tipo.
"Mierda", pensó Alex. Jack era la única persona que sabía que le atraía, no, obsesionaba William Afton. Un hombre que desapareció hace ya 30 años...
–¿Yo? Pffff, que va...
–BRO, ¿Pero tú te has visto? Estás enfermo por ese tipo, que gay eres.
–Maricón, que tu tienes novio.
–Ya lo sé, homosexual, pero tú ni eso tienes por pajearte con un asesino muerto.
–Joder-Alex suspiró profundamente y se rascó la cabeza, tratando de despejar su pensamientos.- Sigues siendo el mismo hijo de puta de hace más de dos décadas.
–Y tú el mismo enfermito de siempre.
Ambos rieron, sabían perfectamente que Alex no era el más enfermo de los dos.
