Parte VI

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Lo que te despertó el día sábado no fue tu alarma, sino la llamada de tus padres. Sentiste que como si te hubieras caído de la cama cuando abriste los ojos; el timbre del celular estaba en el volumen máximo, no habías cambiado eso luego de que Rindou te llamara desde España, por si volvía a hacerlo y no estabas cerca del celular como para percibir la vibración.

— ¿Hola? — contestaste, a penas recobrando la consciencia y recordando qué día era y en qué lugar estabas — ¡Ah, mamá! Buen día, sí... Muchas gracias... Ah, a papá también... Yo igual, sí...

Moviste el celular de tu oreja para ver la hora en la pantalla; eran las 07:40 y se suponía que a las ocho en punto estarías desayunando con tus padres.

— ¿Eh? Sí. Ya estoy por llegar... En diez minutos o menos... Los veo en un rato.

Cortaste la llamada y te fijaste además que tu alarma nunca sonó, ni lo haría, porque anoche en realidad habías tecleado los números en la calculadora.

No tuviste tiempo de maldecir; entraste rápidamente al baño a lavarte la cara y los dientes, y pusiste algunas mudas de ropa en un bolso grande. No pudiste tomarte una ducha, pero podrías hacerlo en la casa de tus papás, en tu vieja habitación.

Para llegar más o menos a horario fuiste en taxi.

Afuera hacía sol y los árboles se veían más verdes a causa de la lluvia de la noche anterior, igual el césped.

Cuando estuviste en casa, tus padres te recibieron con muchos abrazos y besos; pasaron a la cocina que era también comedor. Tu madre había hecho tu desayuno favorito para los tres; pensaste que esa semana tuviste dos desayunos importantes.

Mientras comías, te preguntaste si Rindou y Ran ya habrían empezado con lo suyo.

Del extremo opuesto a lo que era el ambiente que te rodeaba, Rindou estaba presenciando la revisión de los primeros lotes a cargar, casi desde las seis de la mañana. No había podido dormir más de cuatro horas en la noche y aún le quedaba una larga jornada por delante.

El representante de la otra empresa, que ejercía un cargo de alta dirección en su organización, había llevado a tres hombres para la inspección de los equipos más delicados y costosos, aunque ese control ya estaba realizado. Todavía debían hacer lo mismo con las piezas nuevas y luego seguir con el verdadero trabajo, que era la carga y el transporte de todo.

Por su parte, Ran recién se subía al asiento trasero de una camioneta que iba a llevarlo a un puerto distinto, a las afueras de la ciudad, para supervisar otra entrega de menor escala. No quería conducir por si se quedaba dormido; le había tocado permanecer en el depósito hasta después de medianoche, aunque él tuvo la suerte de que a las personas con las que tenía que reunirse tampoco les gustara levantarse muy temprano.

Al terminar tu desayuno volviste a tu cuarto para bañarte, llevaste el champú y acondicionador que tenían un perfume de lavanda. Antes de entrar a la ducha, la llegada de un mensaje en el celular te hizo desviar la atención.

La primera impresión era que se trataba del saludo de algún familiar, pero de todas formas fuiste a echar un vistazo, con una toalla alrededor del cuerpo.

"Feliz cumpleaños."

Era de Ran.

Gracias — contestaste —. Que te vaya bien hoy.

Igual a ti. Aunque me podrías enviar una foto para empezar bien el día. Es solo una pequeña sugerencia.

¿No deberías ser tú el que me envíe algo a mí hoy?

Humm... No si voy a darte un regalo la próxima vez que nos veamos.

Ran & Rindou Haitani x Reader ♡ [+18] Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang