1. Bienvenida

164 20 9
                                    

—Ya casi llegamos —escucho el aviso de mi padre y alzo mi rostro, sus ojos cansados sobre mí a través del retrovisor. No digo nada. Me decido por acomodar mejor la cabeza sudorosa de Taehyung sobre mi regazo antes de que se me adormezcan las piernas.

Mi hermano, en todo momento, mantiene sus brazos envueltos en su torso con una fuerza alarmante, y se contornea sobre mí, llegando a dañarme sin quererlo. Al principio pensé que intentaba calentar su propio cuerpo, pues la fiebre lo ha tenido tiritando del frío hace días, pero la hipótesis se disipó tan pronto como intenté aflojar el agarre de sus brazos. Deseé no haberlo hecho. Jamás había escuchado a alguien gritar tan desgarradoramente como en ese entonces y, sin dudas, nunca más me atreví a volver a moverlo siquiera un ápice.

Verlo así, contorneándose de esa manera casi que maniática, como si se estuviera sosteniendo entero a sí mismo... no sé, francamente, he llegado a pensar que está poseído. Estoy perdiendo la cabeza.

Desconocemos lo que tiene. Y es justamente el no saber lo que me está volviendo loca. Ni hablar de papá. La verdad es que no hemos pisado un solo hospital por decisión suya. Es que el hombre no ha querido, ni siquiera me deja sugerirlo. Me corta apenas empiezo a hablar de ello. Hemos discutido incontables veces por la misma razón, y la última ha sido lo suficientemente fuerte como para evitar que hablemos ahora. He amenazado con llevar a mi hermano yo misma, pero mi padre está con él en todo momento. Es imposible hacerlo. Ahora mismo estamos en un punto donde el diálogo es inexistente a menos de que mi hermano se trate.

—Aquí.

Mi padre detiene el auto justo frente a una pequeña casa de campo que hace mucho tiempo no veía, es más, ni siquiera la recordaba así... tan linda. Con el techo en punta, pintada de blanco y con el tejado y las persianas del mismo verde oscuro de los frondosos pinos que se alzan a todo nuestro alrededor; es la vista, sin dudas, la que me saca la respiración por un momento. Aunque enseguida pienso que este paisaje de noche no debe ser muy encantador, dado que no hay ninguna otra casa cerca, solo inmensas montañas que intimidan y se ciernen en la lejanía. Pero, aún así, una extraña sensación se instala en mi pecho. Es como un calor agradable. Agradable, pero extraño.

Taehyung está gimiendo sobre la espalda de papá mientras este lo carga con apuro por el camino de tierra. Ni siquiera hemos llegado cuando una mujer regordeta trota hacia nosotros. La reconozco enseguida, pues sería imposible olvidarla.

—Tu hermana —digo con incredulidad y molestia, volteo a ver a papá con el ceño fruncido y todo lo que obtengo es un asentimiento. Así que esta era la solución para Taehyung, traerlo a la mitad de la nada con su tía chiflada.

—¡Oh! ¡Soyeonni~! —la mujer llega hasta mí y me rodea con sus brazos inmediatamente. Es más baja que yo, pero su apariencia no deja ver absolutamente nada de lo que es realmente. Palmeo su espalda con pereza. Hace mucho que no me ve, así que me dejo hacer. Taehyung, en cambio, siempre mantuvo relación con ella—. ¡Eres una mujer hermosa!

Sonrío apenada y asiento por cortesía bajo la atenta mirada de mi padre. Nunca disimulé mucho mi falta de interés cada que ella llamaba, pero la verdad es que no puedo ocultar que simplemente es una persona non grata para mí. En algún punto de mi vida decidí inconscientemente que tener contacto con ella me era indiferente. No compartimos ideologías, y ha tratado siempre mal a mi madre.

Por fortuna, perdí su atención tan pronto como sus ojos saltones se posaron en Taehyung. Echó un suspiro y le hizo una seña insistente a mi padre para que se apurara a entrar en la casa. Le da órdenes a mi padre con desdén, y mi padre le hace caso sin rechistar. Pocas veces he podido regocijarme con la imagen de mi padre ejerciendo el rol de hermano menor.

—Ponlo en la tina —escuché que le dijo. Enseguida fruncí el ceño. Subieron las escaleras como alma que lleva al diablo conmigo detrás, cuestionando por lo bajo sus razones para congelar a mi hermano una vez que veo la bañera llena de cubos de hielo. Un poco de agua fría es suficiente para bajar la fiebre, esto, en cambio, es una exageración. O al menos eso pensé hasta que vi el rostro de mi hermano relajarse por primera vez desde que enfermó. Mi boca cayó abierta. La tía se arrodilló a su lado y le puso una mano en la frente. Entonces comenzó a tararearle algo que me fue imposible escuchar. Solo veía sus labios moverse sin cesar. Estuve a punto de interrumpir, pero ella habló primero:

LUZ DE LUNA ; jjk.Where stories live. Discover now