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"No puede el médico curar bien sin tener presente al enfermo. Quien dijo esto, tiene razón. Tienes que tener frente tuyo al paciente para saber qué es lo que tiene exactamente, esto también abarca en el amor, pues uno no siempre se da cuenta que está enamorado hasta que alguien le abra los ojos y vea que lo está."

Era una mañana tranquila en Seattle. La mayoría de personas aún siguen durmiendo. Pero en una casa en especifico todos sus habitantes estaban despiertos.

–Bailey, no lleves demasiados juguetes —habla una cirujana muy conocida, Meredith Grey, quien también es madre de tres niños— eso va para ti también Ellis —continua— tenemos que desayunar, así que apúrense, que llegarán tarde.

Se olía la desesperación y el apuro que provenía de la madre. Cuando su esposo, Derek Shepherd, murió se hizo cargo de sus tres hijos. Para su suerte sus "hermanas" estarían para los cuatro.

–Buenos días —habla una chica de tez morena mientras avanza por la cocina por una taza de café, para despertar completamente.

–Buenos días hermanas locas —saluda otra mujer que imitó los pasos de la anterior.

–¿Por qué estás de tan buen humor? —cuestiona la rubia, Meredith Grey.

–Lo mismo me preguntaba —agrega la de tez morena después de tomar un sorbo de su café.

–Es que tuve sexo de reconciliación con Owen —pausa— Ahora que lo pienso, este fue mucho mejor que las anteriores veces.

–Estás loca Amelia —opina Meredith.

–Bueno —llama la atención de las dos mujeres en la cocina— ¿Escucharon los rumores? —Meredith niega mientras Amelia asiente— Ingresará una nueva residente al programa.

–¿A mitad del año? —se cuestiona la rubia.

–Dicen que es buena —enfatiza la castaña, Amelia Shepherd.

Iban a continuar hablando sobre el tema pero fueron interrumpidas por la hija mayor de Meredith, Zola.

–Listo mami, Ellis y Bailey solo llevarán dos juguetes.

–Bueno, ahora a desayunar —la madre les entrega unos waffles con extraña apariencia.

–Se te quemó el waffle mamá —avisa levantando la comida para mostrarle que lo que decía era verdad.

–Saben que, muévanse —enuncia la rubia mientras paraba a sus hijos de las sillas de la cocina— compraremos algo en el camino. —los empuja hacia la salida de su hogar— Rápido.

–¡Suerte! —alienta Amelia.

...


Por otro lado, en una zona para gente con más dinero, se encontraba nuestra protagonista, junto a su madre y su hermano. Los tres se encontraban en su casa mientras desayunaban sentados en el gran comedor. Su hermano, Jackson no parecía estar de buenas. Su hermana no sabía si sería por su presencia o por otra cosa.

–¿Entonces trabajarás en el hospital? —cuestiona el hermano a lo cual la chica asiente— ¿Qué pasó con el hospital en Boston?

–Pues, me despidieron porque comenzaron el rumor de que me acosté con una titular y eso, pero no es verdad lo prometo —se apresura a decir.

–Bueno mi amor, no tiene nada de malo, te buscaré un departamento para que vivas más cerca del hospital, así que te quedarás en tu habitación hasta que lo consiga —pausa— Ahora tenemos que ir al hospital, que llegamos tarde.

Deja que te ame, Grey ©Where stories live. Discover now