03 | jean kirstein

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tw: uso de cuchillos en el acto.

..

El hecho de intentar robar la caja fuerte de la mansión Kirstein no fue muy inteligente de tu parte.

O más bien, tuya y de tus supuestos amigos, claro, ¿quien iba a pensar que habría cámaras en toda la casa?. Tus amigos te mandaron a entrar tú a aquella lujosa casa, y cómo no tenías mejor idea, aceptaste.

Olvidaste por completo aquel sensor de movimiento, según tu grupo de amigos ya tenían todo planeado. Pero, a los minutos de saltar la ventana más baja de la casa, las alarmas comenzaron a sonar, las ventanas de metal te encerraron por completo. La desesperación invadía tu cuerpo por completo. Con el corazón en la boca, y sin saber que hacer, corriste hacia el piso de arriba, subiendo las lujosas escaleras. Todo era extremadamente lujoso.

Después de todo, ser el narco más buscado traía sus beneficios.

El ruido molesto de la alarma seguía, lo único que traías a tu favor era traer guantes negros para no dejar huellas. Pero, ¿serviría de algo? estabas atrapada. No sabías que hacer, así que aún desesperada, decidiste entrar por desesperación a alguna habitación al azar.

Error.

Quedando paralizada, con tu mano aún en el cerrojo de la puerta, en tu campo de visión hay tres hombres apuntándote con armas. Tus ojos se mueven nerviosos, visualizando a los hombres en traje negro firmes e inmutables.

— No te muevas.

Escuchas a uno de ellos decir, en especial un rubio de iris azules, con su postura firme, en seguida reconoces que son sicarios del hombre al que querías robarle.

Jean Kirstein.

Adinerado, buscado, tampoco se caracterizaba por su buen carácter. Era un hombre alto, realmente alto, de al menos un metro noventa de altura, no se sabía si tenía hijos, pero las probabilidades eran de menos cero.

— Manos arriba.

Obedeces inconscientemente al ojiverde, colocando tus manos por detrás de tu cuero cabelludo. Temblando del miedo y maldiciendo a tus compañeros.

— De rodillas.

Ellos se acercan hacia ti, ya relajando la postura de sus armas, notas como uno de ellos se coloca de espaldas a ti, y de la nada tu vista se vuelve negra.

..

Sudor.

Abres tus ojos cómo puedes, te sientes pesada sobre tus rodillas, tu vista esta nublada, estás sudada en la parte de los pechos, también en el cuello, y no te gusta en absoluto. Tus muñecas están amarradas con una cuerda, que raspa contra tu piel, y que probablemente luego deje marcas.

— ¿Que hacemos con ella?

Escuchas una voz similar a la de antes, que proviene del rubio de ojos bonitos. Visualizas un tatuaje en su cuello.

Te encuentras en una habitación que parece pequeña, aunque en realidad no estás segura. Las paredes son color grises, y la luz blanca proviene de un pequeño foco que cuelga del techo, que es lo único que ilumina el pequeño lugar.

— Déjenmela a mi.

Giras con rapidez tu cabeza, visualizando al dueño de la mansión que quisiste robar hace no sabes cuanto, perdiste la consciencia y ni siquiera sabías cuanto tiempo habría pasado.

Jean Kirstein está sentado en una silla, con sus codos reposados en sus rodillas, su camisa blanca abierta en los primeros dos botones, dejando a la vista sus marcados abdominales, también marcando sus grandes y enormes brazos, un pantalón negro se marca en sus muslos.
Su barba parece estar algo crecida, pero no en exceso, si no que está prolija y bien cortada, al igual que su cabello en forma de mullet. Sus iris color miel se conectan con los tuyos, se frota sus manos la una con la otra, analizando tu pequeña figura comparada a la de el.

snk | shots Where stories live. Discover now