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— ¡Oh por dios! — Mikasa carcajeo al escuchar mi confesión.
— ¡Cállate! — suspire con vergüenza acomodándome en mi banco y bajando mi falta cuadrille. Estaba roja ante lo que había dicho anteriormente y mi amiga se había burlado de mi sin disimulo. — No debí confesarte eso.
Me encontraba conversando con Mikasa en hora libre, nuestra charla se habia subido un poco de tono (creo yo que como todos hacemos), y comenzamos a confesar a que profesores nos gustaría follarnos. Vamos, todos lo hemos pensado.
— Esque no lo puedo creer. — ella paró de reir un segundo — ¿En serio? ¿El profesor de matemáticas? — se limpio una lagrima de risa y yo me enrojecí.
— Ajá.. ¿y tú que? Te gusta Eren, el profesor de educación física. — revolee los ojos intentando ignorar la vergüenza intentando menospreciar quien le parecía atractivo a mi amiga. Eren era joven y apenas se había recibido, no nos sacaba tantos años de diferencia y aún así era guapo. Pero no era mi tipo honestamente.
Me atraía la inteligencia, el saber, que resuelva cálculos de matemática con tanta facilidad, su conocimiento. Todo.
— ¡Claro que si! Ese profesor es un precioso. ¿Viste su espalda? ¿Sus brazos? ¿Sus tatuajes?— defendió a Eren
— Sh — le digo poniendo una mano en mi boca, estaba hablando lo suficientemente alto como para que nos escuchasen, y eso nos podría meter en problemas serios.
Se aproximaba justamente la clase de matemáticas y yo siempre me ponía nerviosa cada vez que sentía el caro perfume de nuestro profesor entrar por la puerta.
Justamente como lo estaba haciendo ahora.
Armin Arlet, mi profesor de matematica. Con quien habia fantaseado cientos de veces, entraba nuevamente por la puerta. Con una camisa celeste bien claro, que ajustaba sus grandes brazos y su enorme pecho. Traia un pantalón negro ajustado a sus muslos y un maletín en su mano derecha. Era un hombre tan pero tan atractivo. Además que algunos botones de esa camisa estaban desabrochados. Su pelo estaba prolijo e intacto siempre. ¡Que atractivo!.
— Buenos días. — dice al llegar al salón a lo que mis compañeros y yo respondemos. Espero que preste su atención en mi, lo miro, quiero que esos iris azules me encuentren ya. Pero por obvios motivos no puede ser así. Tampoco se si siquiera tiene algún tipo de intención conmigo. Ya veo que me lo eh imaginado yo de tanto pensar al profesor.
Siendo honesta, la mayoría de la clase me la paso mirándolo, y creo que el también está empezando a hacerlo. Subí un poco mi falda dejando al descubierto mis muslos. Quiero que sus ojos se fijen ahí. Profesor, míreme. Y logro captar una mirada rápida, acompañada de una pequeña sonrisa.
