Capítulo 6: Sapito, sapito, de rosa te ves feíto

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Cuando Samantha despertó aquel día, sonrió de oreja a oreja, estiró sus brazos e hizo tronar sus dedos. Todo parecía ir viento en popa. 

En el colegio, el director se había enterado de una manera extraña sobre el escándalo con la profesora. Al parecer, alguien le había enviado un video en el que podía observarse a la maestra en pleno jaloneo. Además, una carta había aparecido al mismo tiempo. Se rumoraba que, al leerla, el director se puso pálido, casi se orina en los pantalones y ordenó, ni bien pudo, la expulsión inmediata y definitiva de la profesora.

Genial. Gracias desconocido. Alabados tus padres y la cama en la que te concibieron.

Pero no todo era color de rosa. Tenía un problemilla: el sapo. Siempre el sapo. Luego de haberla salvado del acoso de la profesora prejuiciosa, se había burlado de ella. Pero, después de pensarlo bien, Samantha creyó que una especie de tregua sería posible. 

Nada más lejos de la realidad.

El sapo volvió a la carga ni bien terminó dicho episodio. Frases sarcásticas, burlas veladas, el desconocerla en el colegio. Para él, al parecer, el haberla salvado no había significado nada. Pero dos podían jugar el mismo juego.

Y ese día, un divino viernes, comenzaría la primera batalla. ¿Quién ganaría la guerra? Por supuesto que ella. La confianza era su mejor armadura y nada de lo que dijeran podía hacerla retroceder.

Así que, sí, sonrió, al igual que el gato de su pijama. Porque su plan sería infalible. En una lucha, uno siempre debía buscar la ventaja y, al ser la que diera el primer paso, sentía que tenía todas las de ganar.

Entró al baño y se duchó. Mientras el agua tibia caía por su cuerpo no dejaba de cantar:

"Sapito, sapito, el día de hoy, estarás frito"

Alegría corría por su cuerpo. Éxtasis por lo que pronto sucedería. Estaba terminando de ducharse, cuando oyó unos golpes fuertes en la puerta.

—¡Samantha!¡Abre esa puerta ahora mismo!

Era el sapo, y estaba furioso. Pero nada podía minar el buen humor de la princesa.

Los golpes continuaron. Parecía haber venido con la intención de tumbar la puerta.

—Espera un momento sapito, ¿o acaso quieres verme desnuda?—respondió Samantha alzando la voz y riendo al darse cuenta de que los golpes se habían detenido como por arte de magia.

Siguió bañándose y cantando. Terminó y se envolvió en la toalla rosa y esponjosa: era su favorita.

Cuando abrió la puerta, se encontró con un furioso sapo que la miraba como teniendo ganas de cometer un crimen.

—¡Te demoraste una vida!¡Son casi las 8!¡Llegaré tarde por tu culpa!

—Tú eres el que se levantó tarde, como siempre. Además, ¿quién te manda a tener un solo baño en esta enorme casa?

Trevor apretó los dientes y pasó al baño esquivando el cuerpo de Samantha.

Antes de ir a su habitación, ella escuchó un murmullo parecido a "loca, loca princesa mimada" ¿Para qué negarlo? El sapito no estaba muy equivocado después de todo.

Se cambió rápidamente y bajó al comedor. Como siempre, olía delicioso.

Su paso se alentó al darse cuenta de a quién estaba mirando. La vista era espectacular. Lucas, con sus brazos flexionados, llevando los platos llenos de huevos revueltos. Aquellos bíceps, aquel pelo, ese six pack que se asomaba tímido a través de su polo pegado. ¿O era eight pack? 

Ufff, esto está que arde. 

—¡Samy!—exclamó su sexy guardia—¡el desayuno! 

Aquel era el apodo que le había puesto, y ella no se quejaba, no señor. Pero el desayuno no entraba en sus planes aquella mañana.

—Lucaas, estoy llegando tarde— dijo poniendo sus ojos de tierno perrito. Esa era su arma infalible.

—Sin discusiones. El desayuno es la comida más importante del día. No dejaré que vayas a la escuela con el estómago vacío.—respondió con seriedad—Además, ¿no te doy pena? Me levanté a las 6 para tener esto a tiempo.

Al parecer, ella había olvidado con quién trataba. Lucas alias sexy prospecto de novio alias extraño comportamiento de hermano sobreprotector.

—Vamos Samy, aunque sea come un poco—continuó Lucas con la dulce voz a la que ella estaba acostumbrada.

Bueno, ¡a la mierda! Ella podía hacerlo. Podía, claro que sí.

—Bueno, un poco estará bien.—dijo, dándose por vencida.

Vio su reloj de pulsera, quedaban solo 4 minutos para el golpe.

Agarró una cuchara grande y comenzó a comer los huevos revueltos como si se le fuera la vida en ello. Acompañó todo con una rodaja de pan integral y, para terminar, agarró un vaso de jugo de naranja y se lo tomó en un par de tragos.

Cuando abrió los ojos, los cuales había cerrado si darse cuenta, vio a un Lucas con la boca abierta por aquella rapidez inhumana. 

Vio su reloj. Quedaban 20 segundos. 

Se limpió la boca con una servilleta, se colgó la mochila al hombro y sacudió su pelo. Estaba lista. 

Diez, nueve.

Se acercó a Lucas y le dio un beso en la mejilla.

Ocho, siete.

—Nos vemos más tarde—le dijo una Samantha sonriente.

Seis, cinco.

—Por supuesto. Suerte en la escuela.—le respondió devolviendo la sonrisa.

Cuatro, tres.

Samantha caminó hacia la salida.

Dos, uno.

Abrió la puerta.

Cero.

Y sucedió.

—¡AHHHHHHHHHH!—el grito de Trevor se escuchó por toda la casa, y el vecindario, si le pedían su opinión. Suficiente para despertar a los muertos. —¡SAMANTHAAAAAAAA!—Otro grito furioso interrumpió sus pensamientos. —¡YO TE MATOOOOO!

Lucas ya estaba corriendo escaleras arriba, dispuesto a ayudar al sapito.

Ella solo sonrió, cerró la puerta y bajó los escalones.

Qué triunfo tan dulce. Entraría al colegio con una energía renovada y todas las miradas caerían sobre ella. Tenía el pelo planchado, ropa divina y el aura de toda una vencedora.

Cuando Trevor llegara, las miradas también caerían sobre él. Pero por un motivo muy distinto.

Un sapo de pelo rosa entraría por las puertas de la escuela, quince minutos tarde y con una furia de los mil demonios. Pero de eso se encargaría luego.

Mientras caminaba hacia la escuela, solo estaba segura de una cosa: aquel tinte había sido una buena inversión. Aunque hubiera costado buena parte del último dinero que le quedaba.

Mientras llegaba a la escuela, no dejaba de cantar con dulce voz:

Sapito, sapito, de rosa te ves feíto.


Chicos, nuevamente, lo prometido es deuda. Aquí les traigo el sexto capítulo. Quiero avisarles que las actualizaciones serán los sábados y domingos.

Los invito a votar y comentar si les gustó el capítulo. De esa manera, me animan a seguir escribiendo. Amo interactuar con los lectores.

Finalmente, quiero decir que el siguiente capítulo irá dedicado a la primera persona que vote. Un gran abrazo <3 



Educando a la princesaWhere stories live. Discover now