Capítulo 2: Un sostén de Victoria's Secret

600 132 139
                                    

Se levantó con un pésimo humor. Tenía ganas de matar a alguien, y mucho mejor si ese alguien llevaba por nombre Trevor Hale. Había tenido una mala noche, pesadillas eran lo único que recordaba. En ellas aparecía una botella de whisky y chicos sexys sin camisa incitándola a beber, luego salía de no sabía dónde un sapo gigante gritándole a la cara: ¡Fiestera, borracha, despilfarradora, buscapleitos!

Pero por supuesto que sabía quién era el culpable de su mala noche. Trevor. El maldito e insensible sapo se había encargado de meterse hasta en sus más profundas pesadillas, ni ahí la podía dejar en paz.

Aquel día, por suerte para ella, era domingo. Sin clases por delante decidió que las 11 a.m era un buen momento para levantarse. Estiró sus brazos y dio un gran bostezo. Era hora de enfrentar a sus compañeros de casa, en especial a cierto tipo que la sacaba de quicio.

Salió de su cuarto y bajó las escaleras con lentitud. Llevaba puesta su pijama de seda rosa. Iba a entrar a la cocina cuando se topó con Lucas quien salía de esta llevando un plato de huevos fritos con tocino en la mano. Sus miradas se encontraron y él le sonrió dulcemente.

—El desayuno está listo, bonita pijama, por cierto.

Dicho esto se marchó a colocar el plato en la mesa. Ella miró hacia abajo y el gato de Cheshire de su polo le devolvió la mirada casi burlándose de ella. Enrojeció al instante ¿Por qué rayos no se había cambiado su infantil pijama?

Lucas fue hasta el pie de las escaleras y gritó:

—¡Trevor!¡El desayuno está servido!

Ella hizo una mueca de desagrado ¿En serio comerían con el chico que casi le destroza toda su dignidad hace tan solo un día? Qué fastidio.

Se sentaron a la mesa y percibió el delicioso olor de un desayuno recién preparado. Se le hizo agua la boca.

—¿Tú hiciste todo esto?—preguntó, aunque en realidad fue casi una afirmación por el tono de su voz.

— Bueno, me encanta cocinar, aunque no es algo que me guste contar a las personas—respondió el joven guardia con un ligero sonrojo.

—¿Por qué razón?- repreguntó Samantha sorprendida ante aquella revelación.

—Bueno, tú sabes, no es un hobby muy masculino que digamos— Lucas le dedicó una sonrisa torcida, lucía muy avergonzado.

—¿Pero de qué hablas? A las mujeres nos encanta un hombre que sepa cocinar. En realidad, nos vuelve locas.

— ¿Lo dices en serio?— Lucas la miró a los ojos con picardía.

—Hablo muy, muy en serio— respondió ella con sensualidad nada contenida.

Sus miradas conectaron y solo existieron ellos dos, el mundo no importaba. Él comenzó a acercar su mano lentamente hacia su mejilla y entonces...

-Oh, por dios, ¡vayan a un hotel!

Ambos saltaron en sus asientos y sus mejillas comenzaron a quemar ¿Cuándo había aparecido el anticristo?

"Maldito sapo horroroso" fue lo que quiso decir.

— No es lo que piensas imbécil—fue lo que, tristemente, terminó diciendo Samantha.

Lucas solo se pasó la mano por su pelo, avergonzado.

—Oye, hermano, habiendo tantas bellas mujeres en Inglaterra, ¿tenías que fijarte en su princesita tonta?

Ella sintió esa ofensa hasta lo más profundo de su ser. Se paró abruptamente de su silla y se encontró cara a cara con Trevor.

Educando a la princesaWhere stories live. Discover now