Sinful

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Japón, 1900. Ya no parecía un lugar que no quería extranjeros. Las cosas habían cambiado y gente de todas partes del mundo pasaban por ese maravilloso paía, que era un misterio hace no mucho tiempo. La modernidad llegó a pasos agigantados, viejas tradiciones se mezclaban con las nuevas y muchos tratos se estaban haciendo para el comienzo de una nueva ciudad de Tokio. La capital del mañana, que realmente era un mix y un lugar para que cualquiera se enamore inmediatamente.





Ginza de noche. Todos los días había nuevos edificios, de diferentes estilos que no recordaban para nada a lo que todo era hace unos años. Los teatros estaban llenos, con producciones no solo en japonés sino también en inglés, todos podían disfrutar una agradable velada.





Dos amigos en un teatro, los personajes principales esa noche, incluso si no lo sabían.





La actuación había durado más de lo que esperaban así que no fue una sorpresa cuando vieron que la muchedumbre se agolpaba para salir, haciendo que ellos esperaran un poco más dentro, obviamente no querían pasar por ese bullicio solo para salir. Ni Eren ni Mikasa estaban apurados... ¿no? Se quedaron en sus asientos, solamente observando el escenario vacío. Él llevaba puesto un traje negro con zapatos de cuero mientras que ella llevaba un iromuji azul (un tipo de kimono) con botas acordonadas de estilo occidental, un regalo de su amigo que la hacer ver diferente a otras japonesas. Pero Mikasa no las usaba por eso, las botas eran muy cómodas, mucho más que las sandalias que solía usar.





Eren había llegado a Japón hace seis meses, su padre estaba haciendo unos tratos en Yokohama, así que lo dejó con buenas familias de Tokio. Le había dicho que disfrutara el tiempo que le quedaba antes de volver a Europa. Ella lo había conocido en su fiesta de bienvenida, forzada por sus padres a ir, y habían sido inseparables desde entonces. De alguna forma, realmente se entendieron rápidamente y tenían muchas cosas de qué hablar y, al mismo tiempo, disfrutaban mucho del silencio. Como ahora, no era extraño ni fuera de lugar. Mikasa siempre se había sentido sola y siempre le costaba horrores conocer gente nueva, fue una enorme sorpresa ver cuán cercanos se habían vuelto en poco tiempo.





-Ya nos podemos ir.





Son tan cercanos que los padres de la chica le dieron permiso para ir al teatro sola con él, con la condición de volver a una hora decente, escoltada por su acompañante. Era casi medianoche, probablemente no una hora decente pero no era su culpa. De todas formas a Mikasa no le importaba lo que sus padres pudieran pensar, más que nada porque Eren volvería a Europa en cualquier momento y ambos querían atesorar los últimos momentos que les quedan.





La noche era hermosa y no había demasiada gente. Tokio de noche es muy diferente a lo usual, tomando en cuanto que no estaba acompañada por ningún chaperón... ese no era el trato que había hecho con sus padres, en realidad, pero nunca iban a saberlo.





-¿Disfrutaste la obra? -estaban lado a lado, mirando al frente.





-Fue maravillosa. Las escenas me dejaron sin habla y no quería que termine -puso sus manos en el pecho, conmovida. -Cuando la protagonista dice "quiero compartir el peso de tus pecados"... fue tan real y trágico, bastante romántico también.





Queriendo reír pero sin atreverse, Eren simplemente la miró con una sonrisa. -Así que eso es lo que dice en la parte en la que casi todo el mundo lloró -la obra estaba en japonés pero Mikasa tenía tantos deseos de ir que a él no le importó el idioma así que, si, era el único occidental ahí pero no importó, solamente quería pasarla bien. Quería que ella la pase bien.





Eremika Week 2021Where stories live. Discover now