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Abby

Lunes, dios, cómo los odiaba, no había peor día en la semana. No me gustaban ni los lunes ni los martes, sentía que en los martes aún seguía despertando.

Estaba comenzando a hacer frío, estábamos en octubre así que ir al colegio no me entusiasmaba, tampoco ir al trabajo después.

Trabajaba los lunes, martes y viernes, en un local de ropa de bebés. Así que mis tardes se basaban en sonreírles a muchas mujeres embarazadas y ver a hombres muy enamorados. A veces ese tipo de cosas me daba esperanza con las relaciones.

Me hice una coleta alta y dejé unos mechones caer sobre mi cara, un suéter gris que me quedaba un poco suelto junto con mis leggins negros, hacían una linda combinación que demostraba lo agotada que estaba de mi fin de semana.

Termine de atar mis zapatillas de segunda mano y tome mi mochila lista para irme. Al bajar escuché las voces de los chicos desayunando como todos los días.

Brad y JJ vivían en casa hace tres meses que fue cuando comenzaron las clases de la universidad y ya ninguno tenía dinero para pagarse el departamento en la universidad, cómo nuestra casa era la más cercana decidieron estar aquí. Los otros dos chicos comenzaron a venir también muy seguido, a veces los veo todos los días y a veces no.

Pero, siempre, cada lunes, ellos estaban aquí.

—Wow, que emoción por comenzar otra semana de escuela.— se rio JJ y suspire

—A veces quiero que se termine y luego recuerdo que la vida adulta apesta aún más y quiero que el tiempo pare.— Dije rodeando la mesa y yendo a tomar una taza y luego servirme café.

—La verdad, el último año fue el mejor de nuestras vidas, el primer año de universidad es horrendo porque no sabes nada y te cuesta adaptarte, hasta que llegas al segundo año, donde ahora ya sabes todo acerca de la universidad pero..— dijo JJ

—La universidad te da una patada en el culo.— hablo Nate y reí dándome vuelta y sentándome al lado de los chicos.

—Es donde toca realmente estudiar mínimo ocho horas diarias.— Continuó JJ

—Gracias chicos, me animan realmente a querer terminar la secundaria y comenzar el maravilloso camino a la universidad.— dije sarcástica tomando un cupcake que claramente fue comprado porque los chicos no saben cocinar.

Entre unas risas más en el desayuno pensé que mi lunes tal vez no sería tan horrible hasta que escuchamos una estruendosa bocina cerca de nuestra casa, así que como todos somos unos cotillas nos acercamos a la ventana principal a ver.

—¿Quién carajos es?— dijo Brad mirando con el ceño fruncido y mi corazón se paralizó

—Ay mierda.— no pude evitar decir entonces todas las miradas se posaron en mi.

—¿Lo conoces?— pregunto mi hermano

—Si, es un amigo, compañero de clases, debo irme.— dije tomando mi mochila que estaba en el suelo y comencé a caminar rápido

—¡Espera! ¿Te irás con el? ¿No vas a querer que te llevemos?— preguntó

La verdad no tenía ni puta idea de que hacía aquí Luciano, no sabía si venía a buscarme, si venía a pedirme algo qué tal vez me lleve y no recuerdo, si estaba enojado porque hablé con su padre, si se ofendió porque me fui en la mañana, si venía a reírse de mi, si venía a extorsionarme porque tal vez me grabó esa noche y quiere dinero. Yo no tengo dinero.

—¡Abby!— exclamó Brad sacándome de mis pensamientos

—Yo...— me puse nerviosa al ver los rostros de los chicos y comencé a tartamudear y mi mano seguía en el pomo de la puerta.—No lo sé, si vuelvo es porque quiero que me lleves, si no, me fui con el.— dije rápidamente

The Night Where stories live. Discover now