skyscraper. [satzu] au

10. final

Tzuyu lanzaba miradas hacia la entrada mientras su pie se movía sin control alguno de un lado a otro.

Después de su disculpa y de unos cuantos meses, Sana no sólo se convirtió en una cliente frecuente del lugar, sino que también encontró la manera de ganarse la confianza y un poco del cariño de la amargada rascacielos que conoció en el pasado durante un mal día.

Y muchos a su alrededor empezaban a sospechar que algo entre esas dos chicas podía estar floreciendo, sobre todo para Dahyun quién no desaprovecho la oportunidad para hacer burla de eso cada vez que la niña de brillante cabello rojizo se aparecía por el lugar con su encantadora voz y actitud.

— ¿Esperando a la chica zanahoria? —cuestiona la chica y se ríe por lo alto al notar como la más alta pone los ojos en blanco ante su mención.

— Callate.

— Tranquila, apuesto a que no tardará en llegar. —dice con seguridad y le da una palmada en la espalda— Por cierto, ¿por qué tan ansiosa? Digo, sé que eres así, pero no tanto como ahora...

La chica chista la lengua y tuerce sus labios pensando en sí decirle a Dahyun será una buena idea, después de todo, de alguna u otra forma terminaría enterandose y burlándose luego.

— Bueno —tararea y su mirada vacila de un extremo a otro— Sana es muy linda, y siento un poco de interés por ella desde que la conocí...

— ¿Poco?

— Mucho —se corrige de mala gana.— Yah, quiero invitarla a salir pero no estoy tan segura...

— ¿Ah no? ¿Por qué?

— No lo sé —lloriquea— ¿crees que ella pueda sentir algo por mí?

La chica delante suyo estalla en una fuerte carcajada e incluso le da unos cuantos manotazos en el hombro, cosa que provoca que Tzuyu se confunda por el repentino ataque de risa y se moleste, toleraba hasta cierto punto las burlas de Dahyun, pero esto era de suma importancia.

— ¿El chiste viene en Uber, o qué?

— ¡Por favor! —exclama— Esa chica viene todos los días con la tonta excusa de comprar algo solo para verte y hablar contigo, es lo más obvio, Tzuyu, ¿Cómo no te das cuenta?

— Pero...

— Tengo fotos de ustedes dos, y sus sonrisas delatan todo lo que no son capaces de decirse la una a la otra, ¿quieres ver? —muestra su teléfono y Tzuyu niega rápidamente, no quiere morir de la vergüenza.— Solo invitala, verás que todo fluirá muy bien entre ustedes dos. Sino lo haces pronto podrías dejarla en banca rota por todo el dinero que gasta a diario comprando gomitas ácidas.

— Esta bien, gracias Dahyun...

— Por nada... —le sonríe, a pesar de sus diferencias, las chicas han encontrado la manera de llevarse mejor gracias a la convivencia por su trabajo.

Faltaban 15 minutos para que su turno en la tienda terminará cuando Sana cruzó la puerta con su habitual tarareo, los ojos de Tzuyu brillaron gracias a su presencia y alzó su mano en un tímido saludo una vez que sus miradas se cruzaron.

Tzuyu aclaró su garganta y pretendió estar ocupada con algo para no parecer una loca acosadora pues le era realmente difícil despegar su mirada de la radiante chica que no hacía nada más que estar en el mismo sitio que ella.

— Hola Tzuyu —saludo Sana felizmente colocando el paquete de gomitas ácidas sobre el mostrador.

— Hola —correspondió y rió por los nervios.