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J U N G K O O K


Recuerdo cuando antes ni siquiera la podía ver en pintura, cada vez que sentía su presencia, lo único que quería era saltar desde el edificio más alto.

Pero ahora, la necesito más que al oxígeno mismo.

Hace un jodido mes que no la veía, un mes desde que no la toco, que no beso aquellos labios que me volvieron su esclavo, que no siento su piel, que no oigo sus múltiples insultos, que la soporto llevándome la contraria.

Un mes en que he sentido que vivir no vale de nada si ella está a miles de kilómetros lejos de mi.

Mi carrera futbolística a despegado más rápido de lo que me imaginé, las propuestas de otros clubes no paran de llegar, al igual que los pedidos de diferentes marcas pidiendo que yo promocione sus productos. Se podía decir que tenía al mundo comiendo de mi mano.

¿Pero de qué me servía eso?.

Cualquiera diría que lo tengo todo, pero no es así, me falta ella, esa jodida rata con anteojos, que con un insulto me tuvo a sus pies.

No me quejó de la vida que tengo ahora, pues es la que siempre soñé y sabía perfectamente lo que se vendría una vez que comenzará a jugar, pero es que no puedo acostumbrarme a verla por la computadora o mi teléfono o con solo oír su voz a través de las llamadas. Lo peor, era cuando el internet hacía de las suyas y dejaba de andar, ni hablar de los cambios de horario que nos dificultaba poder hablarnos.

Todo estaba siendo difícil y todavía no entendía como es que nuestra relación seguía estable. Mientras que la ratita está allá en Seúl, muy tranquila, yo estoy aquí, tirado en mi habitación del hotel, pensando en armar mis maletas, tomar el primer avión y volar de vuelta hacia allá.

Aunque se que no podría hacerlo, Alexander, mi manager, siempre está ahí cuando yo tengo ese tipo de pensamientos, es como una cachetada que me devuelve a la realidad.

No voy a mentir, echo de menos mi vida de antes, mis amigos, a mi hermana, mi ratita. Pero yo sabía bien que precio pagaría por cumplir mi sueño.

La puerta de la habitación se abrió, Alexander entraba como siempre, con su teléfono pegado al oído. Estoy más que seguro que son las marcas que piden por mí para algún tonto comercial.

—¿Qué haces todavía en la cama?— cuestionó, cuando colgó la llamada —Tienes que levantarte, vamos— comenzó a aplaudir y abrió las cortinas de la habitación. Me cubrí la cara como si fuera un vampiro, al cual le molesta la luz del sol.

—¡Joder hombre!— me quejé —Son las siete de la mañana.

—Una muy buena hora para comenzar a entrenar.

—Yo no quiero entrenar, quiero a mi chica— resoplé y me quedé con la vista en el techo blanco.

—Si es una mujer lo que necesitas, bien, esta noche iremos a algún club— propuso —Eres Jeon Jungkook, los culos van a llover sobre ti.

El Jungkook del pasado hubiera dicho "¡Oh sí! Vamos, culos gratis" y de un brincó ya estaría fuera de la cama, pero este Jungkook, el de ahora, el que está jodido por una rata, solo necesita el culo de ella y de nadie más.

Lo sé, estoy cada vez peor, pero es que esto de la abstinencia sexual me tiene mal. Si en dos días más no tengo a Lena desnuda frente a mí, mi pene se va a despegar de mi cuerpo y va a caerse como las ramas de los árboles.

—Yo solo quiero el culo de mi rata— respondí, sosteniendo mi cuerpo con los codos.

—Genial, solo eso me faltaba. Ahora te follas a animales, en serio que cada vez estás peor— reí al verlo tan indignado.

—Estoy hablando de mi novia, le digo ratita de cariño— le expliqué, con una sonrisa.

—Dios mío, que raras son las relaciones hoy en día— meneó su cabeza, mientras tocaba con una mano su frente.

Me divertía tanto ver a las personas confundidas cuando mencionaba a la ratita, siempre me preguntan lo mismo, "¿Tú novia es una rata?", era divertido, hasta el día de hoy nadie ha podido entender como funciona lo nuestro.

Raros, así nos dicen todos, pero es que, nada en nuestra relación jamás ha sido normal, quizá somos la pareja más extraña en el planeta, la única que se basa en insultos por ambas partes y es que era eso lo que nos volvía únicos entre todo el montón.

—¿Cuando volvemos a Seúl?— le pregunté a Alex, mientras que él revisaba su teléfono.

—Desde que llegamos no has dejado de preguntar por eso— se quejó, con fastidió —Mañana será el último partido amistoso que tendrán, y en la noche volaremos de vuelta a la ciudad. ¿Felíz?— cruzó los brazos.

—Más que feliz— sonreí.

—Bien, entonces levántate, ponte tu ropa deportiva y ve al gimnasio del hotel para que hagas tus ejercicios de rutina, más tarde debes ir a entrenar con el equipo— informó, saliendo de la habitación.

Por fin tomaría un respiro y vería a mi ratita, en persona y no por una jodida pantalla. Ansiaba ver su cara cuando me viera con mi nuevo look, se que va a poner el grito en el cielo y ya me estoy preparando para todo lo que va a decirme, pero es que no pienso dejarla ni respirar, en cuanto la vea, la voy a llevar a mi penthouse y no la dejaré salir de ahí hasta que me haya quitado las ganas de acariciarla y hacerla mía, aunque, nunca me siento saciado, siempre quiero más de ella.

Falta poco ratita.

𝐀 𝐋𝐎𝐒 𝐏𝐈𝐄𝐒 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐍𝐄𝐑𝐃 #2 | 𝐉𝐉𝐊 Where stories live. Discover now