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Uno de los guardias del salón se acercó al Emperador quien, hasta entonces, hubo estado entablando conversación con sus asesores sobre la relación con Tiflis; sentado a los pies del hombre más importante de Grecia estaba el pequeño doncel, recibiendo las caricias de mano de su amante mientras escuchaba con curiosidad cómo resolvían problemas de relaciones exteriores.

— Emperador — saludó haciendo una reverencia. — un ciudadano requiere una audiencia en privado con usted, me supo indicar que era urgente.

— ¿De quién se trata?

— El institutriz Min Yoongi.

Aquello no les supo nada bien a ninguno de los dos, ni a Jungkook, ni a Taehyung. El alto le dio una indicación al soldado para que lo hiciese pasar, mientras tanto despidió cortésmente a los hombres que lo acompañaban. La puerta se abrió dejando paso al joven tutor, su aspecto nervioso, preocupado, y de muy mal dormir alertó a la pareja. Un mal presentimiento se asentó con rapidez en el pecho de Jungkook.

— Mi Señor. — saludó el doncel arrodillándose en el piso con la cabeza baja. — Lamento interrumpirlo, sé que debe tener asuntos de mayor importancia que recibir a un humilde ciudadano...

— ¿Yoongi? — inquirió Jeon con extrañeza pues era muy raro que el hombre de ojos rasgados le hablase con tanta formalidad, como si fueran extraños.

— Necesito su a-ayuda.

— ¿Qué ocurre, Min? — le preguntó casi con desesperación al verlo tan asustado. — Ponte en pie, por favor, y mírame a los ojos.

— No puedo... — gimió conteniendo un sollozo.

Taehyung, puesto en pie, se acercó a su amigo y frente a él volvió a estar de rodillas, trató de verlo a los ojos mas el otro era totalmente renuente a verlos a la cara.

— ¿Qué favor es el que deseas?

— Quiero irme.

La sangre de la pareja, Taehyung y Jungkook, se heló de sólo oír la petición, una a la que el Emperador no estaba dispuesto por nada en el mundo a aceptar. Se cuestionó seriamente qué atormentaba al doncel para que decidiese abandonar su cómoda vida en Grecia, se preguntó si era feliz.

— ¿Por qué? Min, necesitas explicarme qué ocurre.

— Soy una vergüenza para todos... en verdad necesito marcharme.

— Yoonie, por favor... — suplicó Taehyung al repasar en la reticencia del otro.

— Es... Estoy en cinta.

De los orbes chocolate de Yoongi se desbordaron lágrimas gruesas que rodaron sin control mejillas abajo hasta caer por su mentón y llegar a su túnica. Sus sollozos fue la única música que acompañó la sorpresa de los otros. Jungkook quiso preguntar si acaso escuchó bien, si aquellas tres palabras fueron una ilusión, un sueño o algo parecido porque su cerebro no podía procesarlo con facilidad. Luego, por supuesto, todo cobró sentido: los malestares en el doncel desde hace semanas y su continua ansiedad. No era médico o un erudito en el tema pero quizás debió sospecharlo.

— No saben cuánto lo siento. Nu-nunca creí que esto sucedería y sé que es un problema...

Theoús... — jadeó Jungkook pasándose la mano por el rostro sin saber qué decir. — ¿Hoseok lo sabe?

— No, y es preferible que no lo sepa.

— Pero, Min, él es el padre del bebé.

— Soy su amante, Tae, no puedo pedirle nada y... — suspiró calmando su llanto para que así sus palabras salieran más fluidas y no entrecortadas y entre hipidos. — Hoseok ya tiene problemas con su esposa, yo no puedo hacerle esto y ser tan egoísta.

a los pies del emperador. kookvWhere stories live. Discover now