;; ☆

59 7 19
                                    


Trece años habían pasado desde aquél entonces

К сожалению, это изображение не соответствует нашим правилам. Чтобы продолжить публикацию, пожалуйста, удалите изображение или загрузите другое.

Trece años habían pasado desde aquél entonces.

Izuku observa cómo el sol se oculta detrás de la ciudad desde el balcón de un edificio. En su mano traía un libro mediano, algo pesado(más que nada por sus gruesas tapas), y abierto en una página específica. Una que él atesora mucho.

En ella se observan dos fotos: una de él junto a un niño rubio construyendo una pequeña "casa" en el parque, y otra muy similar en un sentido no tan físico. Eran esos mismos infantes, ahora adultos, frente a una puerta de madera. Él abrazaba a Bakugo con fuerza mientras sonreía, y éste sostenía una llave de metal dorado con una mueca.

"Kacchan nunca sale sonriendo en las fotos" piensa, y ríe.

El peliverde deja el álbum de fotografías arriba de una mesita ratonera y coge una regadora. Empieza a alimentar a sus plantas con cuidado, y por último pone algo de agua en un pequeño bebedero color rojo con un nombre familiar escrito en letras blancas.

Realmente no sabe el por qué mandaron a estampar eso. La gata no sabía leer, después de todo.

Toma el libro de nuevo para ya adentrarse en el departamento permanentemente, al menos por ese día. Pasa junto al sofá, y acaricia una pequeña bola de pelos grisácea que por fin se encuentra descansando. 

—Mañana te llevaré a vacunarte, Jaakuna —le susurra. La gata se estira al sentir el tacto de su humano, y se retuerce sobre el lugar que usa como cama—. También tendré que conseguirte un collar por si te escapas, pequeña traviesa.

Jaakuna era una hermosa gatita con heterocromía que habían encontrado con Bakugo una tarde de junio, cuando volvían de visitar el lugar de descanso de Mai. Estaba muy malherida y no les dio el corazón para ignorarla, así que la adoptaron.

Una de las mejores decisiones de su vida, no dudaba de eso.

El pecoso caminó hasta el baño, lavó sus manos, y regresó a la cocina para hacer la cena. Confirma en el reloj de la pared el horario que intuye, asiente con aprobación y se dispone a preparar la comida preferida de Bakugo. 

Él no le sabía a las artes culinarias, en realidad. Sólo cocinaba cosas básicas que le había enseñado su madre para sobrevivir (pastas, salchichas, esas cosas), pero el verdadero chef de la casa era su amigo. Katsuki hacía platos deliciosos con pocos ingredientes, siempre a ojo. No seguía recetas al pié de la letra porque les encontraba defectos, formas de hacerlas más fáciles y ricas.

Sin embargo, había algo que no podía hacer: pancitos rellenos de queso. Una receta familiar que sólo los Midoriya sabían a la perfección.

Imaginando la expresión de satisfacción del rubio al probar esas pequeñas delicias, mete un pedazo de queso mantecoso en el medio de un bollito de masa que había dejado leudar. Repite esta acción hasta formar unos ocho, y los coloca en una bandeja con algo de aceite. 

Bestie <3 - BakuDekuМесто, где живут истории. Откройте их для себя