☆ 10

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El traqueteo del carruaje no me afectó en absoluto, quizás mi experiencia andando en bus me hizo alguien respetable en este arte. El silencio era agradable entre ambas y me permití admirar el paisaje, el bullicio de las calles me tranquilizó de cierta manera.

— La casa es como la pidió, tiene un tamaño mediano y es discreta — la Marquesa Morgana rompió el silencio.

Volví mi rostro hacia ella y asentí — agradezco que halla aceptado mis condiciones — expresé con brevedad.

— Sí te atreves a engañarme te aseguro que no te alcanzará la vida para lo que te espera — amenazó.

La mire con los ojos bien abiertos — le aseguró que no es un engaño, puedo hacerlo y lo haré — expresé con sinceridad — lo único que lamento es tener que pedirle algunas cosas para mi beneficio, si mi situación no fuera tan patética las cosas serían diferentes — suspiré.

La Marquesa me miró con un brillo de sorpresa, quizás no esperando mis palabras, pero estaban inyectadas de toda la sinceridad de mi alma, no quería quemar todas mis cartas, y sé que ella era una aliada potencial para mi bienestar, era la única que podría ayudarme.

— ¿Eres esa niña? — me preguntó como tratando de asegurarse de algo.

Ladee la cabeza confusa, tratando de pensar a que situación lo estaba asociando. — Le ruego me disculpe, ¿a cual situación se refiere? — preguntó.

Ella entrecerro los ojos, el silenció nos abrazo, su mirada parecía lejana, como de quién estaba sumida en sus pensamientos, quizás estaba tratando de encontrar una manera de probar mi sinceridad, solo esperaba no fallarle.

— Por ahora, estará en mi territorio, hasta que considere ha cumplido la mitad del trato — alzó una ceja y me miró con seriedad como retandome a contradecir sus palabras.

El aire imponente y digno que provenía de ella no hizo más que afirmar que sería un elemento valioso si lograba ponerla de mi lado, debía ganarme su confianza y asegurarle que mi lealtad era férrea.

El carruaje siguió su curso sin detenerse o desviarse, ambas permanecimos en silencio, sin embargo aprecie el paisaje que la libertad me otorgaba en estos momentos.

Después de ocho largas horas donde mi trasero estaba entumecido y mis piernas con calambres finalmente llegamos al territorio de la Marquesa, su imagen era imponente, no había visto nada más bello hasta ahora, era enorme, y su estilo realmente era el de un castillo, sus altas paredes fortificadas daba la certeza de que era impenetrable.

El jardín era impresionante, una cosa era leer sobre ello e imaginarlo, pero claramente verlo dejaba a cualquiera sin palabras, había superado con creces mi imaginación, realmente parecía un laberinto, uno que irradiaba misterio. Las esculturas de tres metros de alto y las fuentes le daban el aire aristocrático que estaba esperando.

Era bellísimo.

Y eso que para cuando llegamos era de noche, no puedo esperar para recorrer el lugar en cuanto se me de autorización.

El carruaje se detiene justo en frente de la casa, el sonido del agua cayendo en las fuentes son audibles a pesar de la distancia, la puerta se abre y pronto bajamos, primero la Marquesa y luego yo, hay un grupo de hombres serca y estos se inclinan de forma respetuosa ante ella, saludandola.

El mayordomo me mira de reojo después de haber saludado a su ama, yo sin embargo, estoy calmada mientras los sigo al interior del castillo.

Todo es tan maravilloso.

Mientras caminamos por el lugar luchó con los músculos de mi cara para no abrir la boca de manera desproporcional dada la belleza de su interior, si por fuera es hermoso por dentro es honestamente perfecto.

Llegamos a una habitación muy iluminada con algunos sillones cubiertos de cojines a juego, son de un color rojo vino muy bonito. La Marquesa se sienta y señala el lugar frente a mí. Me muevo con rapidez sabiendo lo que esto significa.

No importa mi cansancio por el largo viaje, de hecho, ya había tomado viajes largos así que no me afectó mucho, agradezco enormemente viajar a los países fronterizos del mío por el sistema de buses privados.

— Puedes comenzar — La Marquesa habla y su voz es autoritaria.

— Por favor, permitame tocar su mano — pido citando textualmente las palabras de la Marjory original.

Ella acepta y la extiende sin dudarlo, mis manos tocan su piel y parpadeo al sentir lo áspera que se siente, noto las manchas que van desde sus dedos hasta sus antebrazos y luego de eso me concentro, tratando de sentir todo lo que hay mal en su cuerpo, quiero pensar que podré hacerlo tal y como Marjory lo hizo en el canon.

De pronto siento mi energía entrar en el cuerpo de la Marquesa siguiendo el corrido venoso y luego arterial, sus nervios, huesos, músculos y tendones, todas las sensaciones que me provocan son nuevas y mágicas que me siento aturdida, a mi mente llegan palabras referente a su salud y quiero creer qué así es como se siente diagnosticar a alguien mediante este sagrado poder.

Entonces lo siento, hay algo extraño, algo que no es parte del sistema completo de esta mujer de cuarenta años, algo invasivo y destructivo, frunzo el ceño y miró la expresión rígida de la Marquesa Morgana. Alejó mi mano y la miró con ansiedad.

— ¿Qué sucede? — me pregunta y siento como los latidos de su corazón se aceleran incluso la sensación del miedo me invade un poco y me maravilló.

— Su problema es que hay veneno en su sistema y esa es la causa de que usted no pueda tener hijos desde hace veinte años — Expresó mirando a la mujer con algo de tensión, sé bien que no me hará nada, pero las personas solemos reaccionar de manera diversa ante situaciones agobiantes.

Su expresión cambia y sus manos se aprietan con fuerza — Si estas mintiendo — sisea y la presión que sale de ella me hace contener el aliento.

— Puedo probarlo — aseguró.

Vuelvo a acercar mi mano, en su palma, ella tiene la mano helada, mis dedos tocan con cautela su palma, y pronto comienzo a verter mi energía, entonces frente a nuestros ojos el veneno que fue administrado por tanto tiempo se manifiesta en forma de una gota de sangre negra que proviene de su piel.

Miró a la Marquesa que tiene un rostro lleno de desconcierto, parece aturdida, entonces miró a mi alrededor y a falta de un pañuelo y como no estaba dispuesta a romper mi vestido, tomo un cojín crema que esta cerca y limpió la sangre con cuidado. Aunque dado el tamaño del cojín, el movimiento parece exagerado y algo vulgar.

Ella lo ha visto, así que suelto su mano y pronto las manos de la Marquesa se aprietan con fuerza mientras alterna su mirada entre el cojín que ahora tiene una gran mancha negra y yo. — Si te muestro las sobras del desayuno, ¿puedes identificar de dónde vino el veneno? — pregunta con calma y yo admiró su control.

En su caso estaría enfurecida y dispuesta a destruir toda la habitación.

— Sí — asiento, y la escucho llamar a Gerald, el soldado de piel bronceada y apariencia hosca que nos acompaño.

Él asiente y se marcha.

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