¿Señor Ibarias?

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ᴸᴬ ᴱˢᵟᵁᴵᴺᴬ ᴰᴱ ᵀÚ ˢᴼᴺᴿᴵˢᴬ

Abro los ojos de golpe, al ruido del timbre de un celular, y sé que es mi teléfono. Me remuevo en cama, tropezando con el cuerpo de alguien que esta debajo de las sábanas, pero quien sea la dama, no se queja. Vaya noche, no tengo recuerdo alguno de nada, solo sé que la cabeza va a explotarme por culpa del maldito teléfono que está sonando a todo lo que da.

Salgo de la cama como puedo, completamente desnudo, tropezando con todo a mi paso. Debo coger el teléfono y mandar a chingar a su madre a quien este fastidiándome las pelotas en mis horas sagradas de sueño.

Me encamino a por donde suena el teléfono, me zumba la cabeza, sacudo esta, me revuelvo el pelo, traqueo mi cuello y agudizo el oido para localizar el lugar exacto del aparato, y justo lo noto que está bajo del tocador. Voy a él y me inclino a levantarlo, y veo en la pantalla el horroroso nombre de Patrick Wilson, mi padre. ¿Quién más si no el para joderme tan temprano?

Veo que ya hay treinta y seis llamadas y revoleo los ojos. En serio que Patrick es un grano en el culo. Parado frente al tocador, suelto un bostezo, me veo en el espejo mientras le devuelvo la llamada. Espero me de tono y de pronto veo sobre una lampara que está en el tocador, un condón. Vaya noche, debió ser muy loca.
No puedo evitar reír tratando de buscar un recuerdo, algo que me diga que paso, pero mis ojos de inmediato ubican junto a la lampara, una corbata también. Es raro, yo no las uso, no lo haría, se me hacen por demás aburridas.

― ¿Y esto? ―la tomo en mano.

― ¡Hijo de tu sagrada progenitora! ―justo la voz de Patrick retumba en mi oído. Me alejo el aparato y dejo la corbata en el tocador de nuevo.

― ¡Oye, aguanta! No tienes que gritarme así, me duele la cabeza. ¿Cuál es tu problema Patrick?

—¡Soy tu padre James! —me vuelve a gritar—, hijo desconsiderado, mal agradecido cabron. ¿Dónde mierdas estas? ¡Hace horas que aterrizamos y tú no te has dignado a responderme las mil llamadas!

Siempre exagera, no son mil llamadas como él dice.

Tomo un hondo suspiro, y me voy al balcón para poder hablar. Qué bueno, el casi no habla, más bien grita.

Le digo que no dormí en mi departamento porque estoy en un hotel del que no recuerdo el nombre, y no sé qué horas son puesto que no me interesan las horas del día. Me salta a los gritos, me dice que ya pasan de las tres de la tarde. Que fueron a buscarme a mi departamento y no me encontraron así que mi madre se fue de compras con la tarada de mi hermana, pero que él debe recoger a su socio porque lo invito al desayuno del cumpleaños de mi madre, pero que el tipo no aparece. Que es un buen amigo y que no lo localiza desde anoche y ya está preocupado porque no responde su teléfono y que él no suele comportarse así. Solo sabe que se hospedó en el hotel Conrad, ¡y a mí me importa un puto maldito cuerno todo lo que me dice!

Le digo que si a todo, solo porque quiero que me deje en paz. Insiste que buscara a su amigo y que en cuanto yo esté listo, lo vea en el lobby del hotel Conrad para ir juntos a recoger a mi madre y a mi hermana.

Colgamos la llamada y vuelvo adentro de la habitación. Debo darme un baño e idear como conseguir ese regalo prometido a mi madre. Es su cumpleaños y se me había olvidado de que habíamos quedado de pasar un día familiar, aprovechando que mi padre venia de negocios a las Vegas. 

ᴸᴬ ᴱˢᵟᵁᴵᴺᴬ ᴰᴱ ᵀÚ ˢᴼᴺᴿᴵˢᴬWhere stories live. Discover now