Capítulo XXIV

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"Ella está limpia, tú no." Cinco simples palabras que han logrado llevar mi mente a otro lugar. Yo estaba limpia y él no. Si, eso era afirmativo, pero...¿y si ahora mismo no fuera cierto? ¿Y si había cambiado? ¿Y si ahora estoy contaminada? ¿Y si la radiación ha logrado entrar por una de esas pequeñas fisuras de las paredes y ha llegado hasta mí?

¿Cómo? ¿Cómo podría saberlo? ¿Cómo puedo saber que ahora mismo no estoy contaminada? ¿Quitándole el aparato a aquella mujer? No, me mataría en cuanto le pusiera una mano encima. Además, sería una idea descabellada. Si ella no me mataba, lo harían sus fornidos guardaespaldas.

La contaminación por radiación es una cosa muy seria. Una dosis alta puede crear mutaciones en tu organismo que te llevarán a diversas patologías o simplemente puedes morir al instante. No es agradable en ningún sentido.

Nosotros estamos en un apocalipsis nuclear...la radiactividad está hasta en la sopa. Hubiera preferido estar en un apocalipsis más tranquilito.

Como uno de zombies, en él tienes que saber correr de infarto, pero no son muy listos. No, definitivamente uno de zombies no está en mi lista de qué hacer antes de los treinta; aunque corro muy bien, acabarían encontrándome y no debe de ser muy agradable acabar siendo una papilla humana.

¿Y vampiros? Si, eso pinta bien. Vampiros...en las series y películas algunos pueden llegar a ser buenos...podría unirme a ellos. Son listos y tan solo se alimentan de sangre, así que no me tengo que preocupar de cómo acabaría mi cadáver si me pillaran. ¿Pero a quien quiero engañar? Los vampiros no existen. ¿No existen verdad? No, claro que no. Ahora me vendrá alguien diciéndome que todos ellos existen, incluidas las brujas.

–¿Estás segura de que estás bien?-no logro comprender la pregunta hasta que giro la cabeza para encontrarme con Emily y su semblante preocupado.

¿Y cómo no preocuparse si su compañera de habitación nuclear está apaleando al cubo de vitaminas mientras está pensando en un apocalipsis vampírico? Hasta yo me preocuparía si estuviera en su posición.

A estas alturas a cualquiera se le puede ir la olla y yo sin duda podría ser una de esas personas. ¿Pero de ahí a llamarme loca? No lo creo. Tan solo estoy desubicada porque un maldito apocalipsis nuclear decidió irrumpir en mi fatídica vida mientras que mi memoria decidió volar hasta marte y todavía no se ha tomado la molestia de volver. ¿Loca? No lo creo, tan solo necesito una buena cama y un buen sueño.

Por eso para no alarmar más la situación; dejo el tenedor en la mesa y me giro de nuevo con ahora una sonrisa en el rostro. –Estoy bien. Tan solo necesito dormir.-le contesto lo único que me llevo repitiendo desde que el apocalipsis estalló.

–De acuerdo.-no suena muy convencida. Normal, en estos momentos pensará que estallaré en cualquier momento.-¿Segu...

–¿Te vas a comer eso, lindura?-la voz irritante de la mujer, que hace nada se ha llevado una bofetada en toda la cara, logra cortar el comentario de Emily que quería evitar a toda costa.

–No, todo para ti.-esfuerzo una sonrisa. Ni siquiera me tengo que molestar, la mujer ya se ha levantado de la mesa dispuesta a acabar con el "arte" que he creado en diez minutos. Incluso así destrozado, el cubo se ve más comestible.

–Gracias.-agradece mientras se lleva a la boca los pequeños trozos.-Yo no te lo he dicho, pero...-se acerca aún más a mi, dejándome a la vista sus dientes aporreando la gelatina transparente.-...tengo mis contactos... .

–No le hagas caso, Emily. Sus contactos no...-la voz de Dinah se ve cortada por un movimiento brusco de la mujer, quien le tira una fruta de plástico a la cara.

PúrpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora