Año 2.015; final.

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"Acá estoy nuevamente, y he tomado una decisión, dejaré de escribir en este cuaderno.

Al menos acá ya están todos mis recuerdos.

Y hablemos de Justin.

Volviste.

Como lo había dicho, solo se necesitaba darte un pequeño empujón y listo.

El año pasado no sonreías y ahora iluminas mi camino con tu hermosa sonrisa.

Estás alegre, sonriente, contento, feliz, y todo eso hace que mi corazón explote de alegría.

Lo malo, no te he vuelto a ver y te extraño, muchísimo.

Pero aún no me alejo por completo de ti, aún estoy al tanto de ti.

Y con todo lo que me ha pasado, con todo lo que he vivido, desde que te conocí hasta ahora. Puedo decir que te amo.

Y te sigo amando, mi amor."

Cierro por última vez mi cuaderno y lo dejo a un lado. Última vez que escribiré en el.

Necesito despejarme.

Salgo de mi habitación y voy a la de mi madre para avisarle que saldré.

Mamá, saldré —murmuró, al abrir la puerta.

Está bien, cariño. Solo no tardes tanto, necesitaré tu ayuda en algún momento.

Le doy un beso en la frente y beso la mejilla de mi hermano recién nacido.

Al salir, voy al parque. Ese parque que me trae muchos recuerdos.

En aquél parque prácticamente tengo todos mis recuerdos de mi vida en él. Me siento en el gran roble, y cierro mis ojos.

¿Que habría sido de mi si Justin no hubiese aparecido en mi vida? no lo sé, y siempre me pregunto lo mismo.

He cambiado, claro que sí, ahora puedo decir que sí soy una mujer, ya saben, me volví un poco más femenina, pero por dentro, mis sentimientos y mis actitudes siguen siendo las mismas.

Al escuchar risas de niños, sonrío inconscientemente, recuerdo esas tardes de carcajadas que teníamos con Biebs.

Las risas de los niños cada vez se oían más cerca, fue ahí cuando abrí mis ojos.

Eran una niña y un niño, sus cabellos eran de un rubio platino, hermoso, los chicos brincaban tomados de la mano, mientras un chico, pegado a su celular caminaba detrás de ellos.

Los niños me hicieron recordar a Jazzy y Jaxon, tuve una oportunidad de conocerlos, son unos chicos maravillosos.

Es ahí cuando mi mente da un giro inesperado, y mi mirada se centra en ellos.

Busco a los dos niños, diablos, eran ellos.

Y el chico.

Dios.

Era Justin.

Me paro de un salto del gran roble, y corro por donde se habían ido antes.

Corro y corro, pero no los puedo encontrar.

Cuando ya me doy por vencida, voy a una heladería, había quedado sedienta, como también desanimada.

La heladería tenía asientos adentro y afuera del local. Así que pedí un helado y me senté afuera.

Terminé mi helado y boté la servilleta en el basurero.

Cuando me iba a ir, escuché unas chillones y peculiares risas, esas risas, las conocía a la perfección.

Ellos estaban allí, a solo unos metros de mí, mi corazón comienza a latir con rapidez.
Trato de mantener la calma, y logro hacerlo. Lentamente doy vuelta.

Encontrándome con esos ojos mieles.

Su vista quedó pegada en la mía, nuestros ojos se encontraron, y creo que fue el momento más especial de mi vida, un sentimiento de seguridad se apoderó en mi cuerpo.

Noté que mis ojos se cristalizaron.

Mi pecho subía y bajaba.

El se levantó de su asiento y caminó hasta mi, sus hermanos le hablaban, pero él no escuchaba, solo caminaba hacia mi.

Paró a mitad de camino y fue ahí, cuando abrió sus brazos.

Sus ojos estaban rojos, se ponían así cuando retenía sus lágrimas, aún recordaba cada detalle de él.

No pude contenerme ni un solo segundo más, entonces corrí hacia el, rodeando su cintura con mis piernas.

Me desahogué en su cuello, lloré, lloré como nunca antes había llorado.

El también lloraba, odiaba verlo llorar. Sin embargo, no dije nada, y solo guardé silencio, disfrutando el momento.

Me separé cuidadosamente de él, y con cuidado y lentitud, limpié sus ojos.

Dios, sus ojos, como había extrañado sus ojos mieles, avellanas. Brillantes a la luz del sol.

Él estaba hermoso.

Acaricié cuidadosamente su cabello largo, me bajé cuidadosamente de él, y apoyé mi cabeza en su pecho. Mi vida.

Te extrañé demasiado —susurró y besó mi cabeza.

Yo también, mi amor.

Perdóname, por favor, perdóname. Yo-yo estaba completamente cegado, lo siento tanto, mi vida.

Lo sabía. Él no me había olvidado.

Subí mi cabeza, y quedé a la altura de sus labios.

Sus labios, gruesos y de un suave color carmín.

Acerqué mi rostro, estando a solo milímetros de sus labios, fue allí, cuando el bajó su cabeza, haciendo que nuestros labios se juntarán, formando un suave beso.

Entrelacé nuestras manos, y acaricié cada uno de sus dedos.

Nunca más en la vida lo dejaría ir, lo seguiré a todos lados. ¿Saben el por qué?

Porque lo amo.

The End.

***

n/a; y acá el final, gracias a todas las que leyeron, votaron y comentaron. Nos leeremos pronto😘

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