Capítulo 4.

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Gyeong-su, tu nariz —señalé.

—¿Qué? ah, sí, es que Su-hyeok me golpeó muy fuerte con el trapeador.

—¡Aléjate! No te acerques, te mordieron, di la verdad —Na-yeon, como siempre.

Gyeong-su negó.

—No, eso es imposible, Su-hyeok fue el que me pegó allá —señaló limpiandose la nariz con un trapo.

Na-yeon retrocedió y eso molestó a Gyeong-su.

—¿Por qué siempre estás en mi contra? ¡Ya dime!

—¡No mientas! Te mordieron, a I-sak también le sangraba la nariz como a ti, On-jo tú misma la viste, le pasó lo mismo antes de transformarse.

—Ah... Gyeong-su.

—¿No escucharon bien? Les estoy diciendo que nadie me mordió, ay, que mierda.

—Oye, tu mano, ¿que es eso? ¿Es una herida? —Na-yeon, de nuevo.

—No es nada —Gyeong-su dió unos pasos hacia las chicas, todas retrocedieron — ¿Enserio creen que estoy mintiendo? Me lastimé cuando intentaba salvarlos a todos, ¿como pueden dudar de mí?

—Yo le creo a Gyeong-su —tomé su mano y la revisé.

—Yo también —dijo Cheong-san.

—Esto es solo un rasguño, acerquense si quieren comprobarlo —seguí y Dae-su se acercó.

—¿Es un rasguño?

—Tiene razón, es un rasguño.

—Profesora —la llamé y ella se acercó—revíselo.

—No es una mordida, es un rasguño, que bueno.

—¿Contenta? —Gyeong-su se dirigió a Na-yeon —¡Dime si sigues dudándolo!

Luego de eso Na-yeon siguió alegando y todos nos fuimos contra ella. Que estrés.

—¡Suficiente! —la profesora interrumpió nuestra pelea, molesta— ¡Callense todos ya!

—Pero...

—¡Ya!

—Ella siempre...

—¡No!

Silencio.

—Escucha —la profesora caminó hasta donde estaba Gyeong-su —, tendrás que esperar 10 minutos en el otro salón, será difícil pero es mejor que quedarte aquí y que sospechen de ti.

—Los demás no sospechan de mí, solamente es ella —Gyeong-su miró con desprecio a Na-yeon.

—Gyeong-su, ¿podrías hacerlo?

—Me quedaré más tiempo, una hora completa.

—No —negó Cheong-san —eso toma menos de 5 minutos, tampoco exageres.

—Es por seguridad.

—Debe ser suficiente, Na-yeon, si no le pasa nada tendrás que disculparte.

—Sí.

—Y espero que ustedes también estén de acuerdo, ¿sí?

—Sí.

—Si lo encerramos ahí, ¿quién nos ayudará cuando nos ataquen? todos tienen miedo.

—Tienes razón, pero, de esta forma aprenderemos a confiar en los demás ¿mhm?

—Yo sí confío en él.

—Los veré después —Gyeong-su se levantó y caminó hacia el otro salón.

—¿Puedo acompañarte? —preguntó Dae-su y Gyeong-su le sacó el dedo medio en respuesta.

Todos lo observamos encerrarse.

—Ah, es demasiado testarudo.

—Solo serán unos minutos.

– La verdad hubiera sido mejor encerrarla a ella – dije con enojo, Na-yeon me miró molesta.

Nos quedamos observando a Gyeong-su por un rato, hasta que nos cansamos de estar parados y nos alejamos.

Me senté frente a una de las mesa y Su-hyeok, Ji-min, Woo-jin, Dae-su y Joon-yeong me acompañaron.

—Tal vez los atraen ciertos olores, por eso corren hacia ti como locos —Woo-jin miró a Dae-su y reímos.

—Yo no huelo mal.

—Pero... tú sudas mucho.

—Si sudo pero no huelo mal... ¿Que es ese olor?

—Tu sudor, genio.

—Pues yo creo que son más sensibles a los sonidos.

—¿Enserio?

—Si, enserio.

—No es una película.

—Casi todos los zombies reaccionan así, y ya viste sus ojos, yo no creo que les sea posible ver así...

—Ya vuelvo —me puse de pie y caminé hacia Cheong-san que estaba parado en la puerta del otro salón, mirando a través de la ventana a Gyeong-su.

Hizo unas señas raras y después se dió la vuelta chocando conmigo.

—Lo siento.

—¿Ya va salir?

—No, no quiere... ¡Profesora! ya pasaron treinta minutos pero no quiere salir.

—Ah, bueno, yo lo sacaré —la profesora entró al salón y caminó hasta Gyeong-su, todos los observamos a través de la ventana.

—Se ve bien.

—Está bien, ya lo sabía.

Decían mis compañeros. En eso la profesora volvió a salir del salón.

—¿Que le dijo?

—¿Va a salir?

—Dijo que se quedará la hora completa.

—Ah, sigue molesto.

—Yo quiero entrar.

– ¿Y para qué? Si alguien debe hacerlo que sea Na-yeon – habló Ji-min y volteamos hacia Na-yeon que estaba sentada en la esquina del salón.

—¿Por qué yo?

—Porque él está ahí por tu culpa —señalé.

—¿Yo que hice?

—Tú sabes lo que hiciste —dijo Ji-min.

—¿Fue un error sospechar? ¡Tú también sospechaste de él, todos lo hicieron! —se levantó molesta y yo la interrumpí.

—¡No es cierto! Yo no sospeché de él.

—Yo tampoco.

—Yo sí lo hice, cierto, pero yo nunca lo traté como tú —siguió Ji-min.

—¿Por qué se molestan?

—¡Por tu actitud, Na-yeon!

—¡Basta ____! Ji-min... —la profesora nos miró con enojo y se acercó a Na-yeon—. Recuerdas tu promesa, ¿verdad? tenías que disculparte a los 10 minutos.

—Sí.

—Ya pasaron 30.

—Está bien —Na-yeon entró a la sala de grabación para disculparse con Gyeong-su.

Y todos los observamos.

—Parece que todo va muy bien, ¿no?

No...

All of us are dead || Lee Su-hyeok. Where stories live. Discover now