Al principio

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Hoy
Nueva York
Diario de Louis Tomlinson

Querido diario:

Tristán ha sugerido que te utilice para escribir una crónica de los acontecimientos de mi vida que me llevaron a convertirme en el ser inadaptado que soy hoy. Quiere que analice algunas de las relaciones malsanas que han hecho que se me agríe el carácter y me cierre emocionalmente, así que he pensado empezar por el premio gordo de todos mis pesares:

Liam Payne.

La primera vez que le vi yo fingía que practicaba sexo anal con alguien a quien acababa de conocer.

Uf. Qué mal ha sonado.

Deja que me explique.

Estaba en una audición para conseguir plaza en The Grove Institute of Creative Arts, un centro privado que ofrece cursos de danza, música y artes visuales y que además alberga una de las escuelas de arte dramático más prestigiosas del país.

Construido en los restos de un antiguo huerto, está situado en Westchester, en el estado de Nueva York, y en los últimos tiempos se habían formado en él algunas de las estrellas del teatro y la pantalla con más talento del país

Yo llevaba toda la vida soñando con estudiar allí, así que en mi último año de instituto, mientras todos mis amigos solicitaban plaza en universidades para estudiar Medicina, Derecho, Ingeniería y Periodismo, yo lo hice para ser actor. The Grove fue mi primera elección por muchas razones, entre ellas que se encontraba al otro lado del país respecto al lugar donde vivían mis padres.

No es que no quisiera a mis padres, porque quererlos, los quería. Pero Jay y Dan tenían ideas muy concretas sobre cómo debía vivir mi vida. Como yo era hijo único y por lo tanto estaba programada para hacer todo, cualquier cosa, con tal de conseguir su aprobación, básicamente vivía acorde a sus idealistas expectativas.

Llegué al último curso del instituto sin haber probado jamás el alcohol, ni fumar un cigarrillo, ni comer nada más que las porquerías vegetarianas de Jay —sanas pero insípidas—, ni acostarme con un chico. Siempre estaba en casa cuando se suponía que debía estar, incluso aunque me ignoraran por completo, o se criticaran el uno al otro, o ni siquiera estuvieran allí.

Mi madre era exigente. Siempre consideraba que debía mejorarse a sí misma, o a mí. Yo era patoso, de modo que me apuntó a clases de ballet. Yo era regordete, de modo que vigilaba cada bocado que comía. Yo era tímido, de modo que me apuntó a clases de teatro. Yo odiaba todo lo que me obligaba a hacer, salvo las clases de teatro. Ahí dio en el clavo. Resulta que, encima, se medaba bastante bien. ¿Simular que era otra persona durante unas horas? Me vino que ni pintado, vaya que sí.

La principal contribución de Dan a mi educación consistía en establecer unas estrictas pautas sobre adónde podía salir, a quién podía ver y qué podía hacer. Por lo demás, me ignoraba amenos que hiciera algo muy bien o muy mal. Enseguida aprendí que había menos gritos y castigos cuando hacía bien las cosas. Si sacaba buenas notas le hacía feliz. También ganar premios de teatro y oratoria.

Así que me esforcé mucho. Más de lo que un hijo debería para que su padre le preste atención. Puedo decir sin temor a equivocarme que ese es el origen de todos mis traumas por complacer a la gente.

Como es obvio, a mis padres no les agradó mi idea de ir a la escuela de arte dramático. Creo que las palabras exactas de Dan fueron: «Ni de coña». A mamá y a él no les parecía mal que actuara como pasatiempo, pero con mis notas podía elegir profesiones bien pagadas. No entendían cómo tiraba eso por la borda por una vocación en la que el noventa por ciento de los licenciados universitarios eran parados de por vida. Les convencí para que me dejasen presentarme a una audición con la condición de solicitar plaza también en la Facultad de Derecho de la Universidad Estatal de Washington. Con ello conseguí un billete de ida y vuelta a Nueva York y la leve esperanza de dejar atrás mi lastre de búsqueda desaprobación.

Maldito Romeo [lilo paynlinson]Where stories live. Discover now