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Xiao miraba el sol ponerse desde la ventana de su casa de infancia

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Xiao miraba el sol ponerse desde la ventana de su casa de infancia. No era el lugar con más gratos recuerdos, de eso podía estar seguro, pero era el único lugar que se lograba sentir suyo en casi, su totalidad.

Una pequeña casa a las fueras de la gran ciudad conformaban sus recuerdos de infancia, las peleas con su madre y su desprecio por su único hijo, las drogas escondidas bajo la cama o el cuadro sobre la polvorienta bibloteca con una foto de él y su padrastro, la única persona quien valía realmente la pena de su familia, hasta que los abandonó.

Aún recuerda sus peleas llevarse a cabo en la misma sala de estar en la que él ahora se encontraba sentando sobre el sucio sofá y con su yo pequeño escuchando todo desde su habitación. Había escuchando innumerables veces a su padrastro intentar ganarse su custodia, pero su madre, sumida en la desgracia, jamás lo permitió. Ella se encargó de llevarse a su único hijo a un pozo sin salida del cual, cuando tenía doce años encontró una soga por donde subir.

Soga que llevaba nombre y la cual ahora metafóricamente, le estaba apretando tirantemente el cuello. Como la soga circular colgada en la habitación de su madre cuando llegó de la escuela a sus quince años. Y, como cualquier soga que se tironea durante tanto tiempo, termina rompiéndose, y el resultado es él cayendo al mismo pozo de ése entonces.

Era un constante bucle que sólo se encargaba de recordarle en la miseria en la que se encontraba sumergido y de la cantidad insana de personas que se habían ido de su lado.

Xiao había conocido a Kazuha a sus trece años mientras que el albino tenía nueve, fue un incidente en bicicleta. Kaedehara se lo había llevado puesto con su bicicleta, lastimandole un poco la pierna mientras Xiao cruzaba un cruce cerca de su secundaria. El azabache casi lo golpea ése día, e incluso, casi lo hace, pero su puño cayó cuando miró la cara preocupada del niño y su vocesita chillona preguntándole si estaba bien.

Fue la primera vez en la que le preguntaron como estaba, si quiera su padrastro lo había hecho.

Xiao sonrió antes dichos recuerdos, eran los pocos buenos recuerdos de su adolescencia. Aún así, el azabache jamás pudo evitar envidiar a Kazuha en sus años de adolescente a la familia de su amigo, puesto que comparado con su familia disfuncional, la del albino parecía perfecta. Padres trabajadores que se desvivían por hacer que su hijo viviera como un rey en una casa unas diez veces más grande que la suya. Una vida perfecta, que al final de cuentas, no resultó tan perfecta como él creía.

Aún recuerda su llanto mientras estaba hecho bolita contra el tronco de un árbol del jardín de primaria, Xiao solía saltar los paredones que separaban secundaria de la primaria solo para pasar el rato con su único amigo, aunque eso terminará en un castigo después.

Ése día había una muestra padres-hijos a los que los Kaedehara jamás asistieron, puesto que estaban muy ocupados para ése tipo de cosas y ahí fue donde Xiao descubrió que la vida de su pequeño mejor amigo no era lo que a él le parecía.

Beggin | Kazuxiao. [4NEMO] [HIATUS] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora