It Gets Worse.

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Daniel Rosier no le tenía miedo a nada, ni a nadie. La razón de esa característica tan peculiar era el frívolo, casi grotesco, vació que habitaba dentro de él. La mayor parte del tiempo no podía sentir ni una maldita cosa, aunque dentro de él sabía que no siempre fue así.

Daniel estaba consciente de sus raíces, de su privilegio que le permitió tener todo al alcance de sus manos. Prestigio, dinero, magia: Todo lo que cualquier persona pudiera desear. Por más imposible que parezca, podía tener lo que quisiera. No vivió una infancia como la de la mayoría de los asesinos seriales que aparecen en las películas muggles, no sufrió de violencia como la gente que termina cometiendo crímenes de odio.

Simplemente estaba vació. Y solo, jodidamente solo.

Su padre había sido Elmut Rosier, un importante mago francés, perteneciente a la elite mágica de Francia y a los Sagrados 28. Daniel lo quería, era lo único que tenía. Su madre había muerto al nacer, y él pequeño niño de ojos castaños siempre se sintió culpable, a pesar de que su padre siempre lo trato bien. O al menos cuando no lo castigaba y lo ponía a leer de pie en su despacho, hasta que las piernas de Daniel se durmieran y cayera de rodillas sobre la alfombra.

Ese era el peor castigo que el pequeño podía tener, lo hacía sentir débil y humillado, a pesar de que nadie lo veía en la soledad de la gran habitación. En ese momento no sabía que tanto repercutiría ese minúsculo sentimiento de degradación en su vida.

Su infancia fue normal y su adolescencia aún más, cuando no estaba en el colegio Durmstrang, pasaba sus días en la Nueva Mansión Rosier, ubicada al norte de Francia. Sus veranos estaban llenos de tareas y exigencias, pero no se podía quejar, le gustaba el orden que su padre ponía en su vida. Todos los días tenía que abrir los ojos apenas el sol entrará por su ventana y dormir antes de las 8 pm, esas eran las reglas. Todo era sencillo para Daniel, hasta que dejo de serlo.

Algunas veces, antes de dormir, Daniel recordaba el día que cambio todo. El día en que la avaricia y la sed de poder se apoderaron de lo único que tenía en su vida, de la única persona con la que podía sentarse sin decir ni una palabra. Nadie celebraba más el silencio de Daniel que su propio padre, quien murió cuando Daniel apenas tenía catorce años.

Aún repetía en su mente cuando su abuela se bajó de aquel carruaje, con flores oscuras, y apretó su mejilla como saludo. Como si se tratará de algo tan intrascendente como el clima, Vinda Rosier dijo: Han matado a Elmut.

Daniel no se pudo mover ni un milímetro más, no hubo fuerza alguna que pudiera hacer que el joven se metiera a la casa. Ni cuando llegó el cuerpo de su padre, de una manera extravagante y lujosa, pudo hacer que sus piernas se movieran. Solo fue hasta que cayó de rodillas, rendido como si fuera un infantil castigo, que Daniel se quebró.

Todo fue diferente desde ese día.

No había silencios, no había pequeñas sonrisas o palmadas en la espalda cuando aprendía un nuevo conjuro. Solo estaba la abuela, el abuelo y él.

Elphias Rosier, su abuelo, había sido un mago muy exitoso en su época, lleno de amistades y secuaces famosos, pero para ese momento el hombre se había reducido a un bajo y relleno anciano. Le gustaba la tarta de zarzamora, era lo único que lo hacía feliz. Él estaba presente pero siempre distante, jamás participaba en una dinámica familiar hasta que fuese verdaderamente necesario. Era como un fantasma sin chiste, un mueble en un rincón.

Por su parte la abuela Vinda era todo lo contrario. A donde fuera, la mujer capturaba miradas y susurros, todos relacionados a su belleza y elegancia. Daniel no conocía a nadie con más personalidad que su abuela, que aunque fuera una pesadilla cuando se lo proponía, era lo único que tenía. Incluso cuando ella partió, Daniel juraba que esos ojos verdes la seguían a todos lados, por eso él amaba a los gatos.

ALL THIS TIME - Bill Weasley.Where stories live. Discover now