: Prólogo :

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Changkyun perdió la cuenta de todos los hombres que alguna vez utilizaron su cuerpo para saciar sus instintos carnales. No le importaba recordar rostros o nombres, para él todos eran lo mismo: monstruos.

El peor de todos, era aquel que se escabullía en mitad de la noche. Entraba en su cama murmurando palabras bellas que resultaban vacías y caricias que pretendían ser cálidas, pero que solo le daban asco.

El hombre que fingía amarlo, lo usaba igual que el resto y luego lo dejaba allí, en una cama desecha, temblando y deseando la muerte.

Llegó el punto en que dejo de sentir el dolor, el miedo, incluso las nauseas que provocaban todos esos toques sin consentimiento.

Cuando se dio cuenta de que ya no tenía lágrimas para derramar, creyó haber alcanzado el fondo de un abismo oscuro. Su corazón había dejado de existir y la locura tomó forma.

Se convirtió en un monstruo igual a ellos.

—No hagas nada estúpido, por favor —lo había reprendido Minhyuk la primera vez que lo encontró en la bañera sedado en medicamentos, volando alto en un mundo donde era intocable.

—¿Crees que le importe si muero? —preguntó Changkyun y la sola idea de que a su padre le importara su bienestar lo hizo reír histérico.

—Le importará quedarse sin su muñeco sexual, solo eso —intervino Kihyun, su hermanastro, aquel que ya había sido el juguete de su padre y sobrevivido para contarlo.

Changkyun ladeó la cabeza, mirando a ambos desde su posición en la cama. Uno de ellos lo veía con desagrado, el otro con pena, pero ninguno con amor.

—No seas idiota, dentro de poco alcanzarás la edad en la que dejarás de interesarle —dijo Kihyun con simpleza—, en cuanto te vuelvas adulto, te olvidará. Buscará a alguien más.

Changkyun fingió sorpresa y luego se echó a reír.

—Oh, pero yo no quiero que me olvide.

Sonrió hasta que su rostro se sintió tenso y la expresión de ambos hombres se deformó en algo incómodo. Los dos desviaron la mirada cuando no pudieron seguir viendo esa sonrisa retorcida.

—Le dejaré un recuerdo antes de que me haga a un lado —continuó hablando, tarareando las palabras con emoción.

Un par de años después, cumplió su promesa. Se aseguró de ser el último muñeco sexual que ese hombre pudiera tocar. Le arrancó el arma más letal que ese monstruo tenía, aquella que colgaba entre sus piernas y durante años había usado para lastimar a todos esos niños que se cruzaron con él.

Changkyun vagó durante días entre las peores calles de la ciudad, celebrando el éxito de su victoria. Anduvo y anduvo hasta que por fin alguien lo detuvo.

—¿Eres el hijo de Im?

El hombre frente a él tenía el entrecejo fruncido mientras lo recorría de arriba abajo. No lo estaba viendo como lo hacían el resto de los hombres, con deseo o desagrado, sino con algo parecido a la consternación. Pero tampoco podía estar seguro, era de noche y las luces de la calle solo alcanzaban a iluminar una parte de su rostro.

—¿Quién eres? —preguntó confundido.

—Hay alguien que quiere conocerte.

—Pues que venga a verme.

—No puede, tienes que ir tú.

—No quiero, ¿vas a obligarme? Anda, inténtalo. Te sacaré los intestinos usando solo mis dientes.

El otro hombre suspiró inclinándose en su dirección y Changkyun no retrocedió, había dejado de huir mucho tiempo atrás.

—Pareces un perro callejero, apestas —el desconocido suspiró de nuevo y levantó una de sus manos con lentitud, acercándola a él con cuidado, como si de verdad fuera un animal al que no quisiera asustar—. ¿Puedo tocarte?

La pregunta dejo a Changkyun con el aire atrapado en sus pulmones y una sensación extraña en todo el cuerpo.

—¿Qué?

—No voy a tocarte si no me lo permites, pero creo que estás herido y en pésimas condiciones. Necesitas ayuda y hay alguien que quiere dártela. Confía en mí o quédate a pudrir aquí, tómalo o déjalo.

—¿Quién eres? —preguntó de nuevo, con un poco más de curiosidad en esa ocasión.

—Jooheon, Lee Jooheon.

—He oído de ti. Trabajas para el nuevo líder de la familia Kim. Eres compañero de la bestia.

Jooheon asintió con un solo movimiento firme y rápido.

—¿Entonces? ¿Puedo tocarte?

Changkyun trató de recordar la última vez que alguien había pedido su permiso antes de ponerle una mano encima y no pudo.

La sensación extraña en su cuerpo lo hizo sentir sin fuerza cuando finalmente dio una respuesta afirmativa. La mano que lo tocó fue áspera, fría; la mano de un hombre acostumbrado a asesinar.

Pero también fue el toque más cuidadoso y comprensivo que alguien le hubiera dado jamás. Lo hizo sentir humano de nuevo.

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ADVERTENCIAS ⚠

-Esta es una continuación de HOME

-Pareja principal: KookTae

-Mención de JooKyun

-Contiene violencia, tortura, mención de abuso sexual y psicológico

-Smut y Angst

-Historia corta

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