.ೃ 𝗵𝗶𝘀𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮 𝗼𝗿𝗶𝗴𝗶𝗻𝗮𝗹 ༘
∶∙⋆ﾟ𑁍 Kim Seungmin está cansado de no ser correspondido nunca. No se siente capaz de volverse a enamorar después de tantos fracasos. Pero hay algo que no sabe Seungmin: Yang Jeongin, su mejor amigo, está enamo...
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Seungmin se miraba al espejo del cuarto de baño. Minuciosamente buscaba algún imperfecto en su peinado o en su uniforme de color negro y verde. Se aseguró de que su carta de declaración se encontrase en el interior de su saco y que la rosa roja que había comprado estuviese junto a él. Solo unos pocos minutos más y estaría a punto de confesarle sus sentimientos a la chica que le gustaba: Song Yuqi, la amabilidad y dulzura en persona.
—No temas, Seungmin —se dijo a sí mismo y se volvió a arreglar su cabello castaño.
—No deberías arreglarte tanto. Te vas a gastar —le espetó Jisung repentinamente, mientras salía de la oscuridad del lugar.
—¿Y tú por qué no dejas de seguirme, ardilla?
—No lo sé —contestó con sorna—. Tal vez porque soy uno de tus mejores amigos y, como tal, te aconsejo que te apresures o perderás tu oportunidad para confesarle tus sentimientos a la chica que te gusta.
—Tienes razón —repuso Seungmin. Se acercó a Jisung y le dio una palmada en el hombro—. Nos vemos, hermano.
—Nos vemos, tontito.
Seungmin salió prácticamente corriendo. Tenía que aprovechar los pocos minutos que le quedaban del recreo para encontrar a Yuqi, conseguir tiempo a solas y hablar con ella. Cuando por fin dio con su amada, sus pies se detuvieron repentinamente y sus ojos atisbaron al agarre de manos que la chica compartía con Lee Minho, uno de los estudiantes de la preparatoria. Lee miraba a la chica con un excelso brillo en sus ojos hasta que poco a poco su rostro se acercó al de ella y las bocas de ambos se unieron en un dulce beso, mismo beso que causó que Seungmin se colocara una mano en el pecho y lo apretara con mucha fuerza. Le dolía demasiado sentirse rechazado sin ni siquiera haber podido declararse.
—Tú también me gustas —le dedicó Yuqi a Minho—. Me gustas desde hace tiempo.
Seungmin no quería escuchar más de aquella conversación. Estrujó la rosa con rabia y se alejó del lugar a pasos fugaces. Las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos, no con auge; pero se hacían notar y eso le parecía sumamente incómodo. Él no quería que nadie le viese en un estado tan endeble, tan lamentable. Mientras se hallaba caminando sin mirar por dónde iba, chocó con alguien.
—Disculpa —dijo Seungmin sin levantar la cabeza.
—¿Seungmin, qué te sucede?
Seungmin levantó la cabeza al reconocer aquella melodiosa y afable voz.
