Capítulo 30

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Cuando estamos enamorados, no tenemos cerebro, tenemos un archivo donde  "guardar"
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Layla

¿Conocen ese sentimiento de culpa?

Ése que surge cuando se sienten tan bien, cuando están en un momento de máxima felicidad y luego... Nada, todo está en negro y surge una luz, una chiquita, que luego va creciendo, y creciendo, hasta ser una habitación totalmente iluminada, en donde estas tu, y tu culpa. Esa sensación de que estás haciendo las cosas mal, y que nada será como antes, porque la cagaste, porque no hay vuelta atrás, y de aquí en adelante tendrás que vivir con el recuerdo eterno de que cometiste un error, y no pudiste cambiarlo.

Bueno, yo me siento así ahora.

Estoy entre la espada y la pared pensando que cometí un error, uno muy grande, al involucrarme demasiado.

Me estoy metiendo en una familia, estoy dejando que ese dulce niño me diga "mamá", y me estoy permitiendo sentir cosas por el padre.

Porque no me es indiferente. No sé en qué momento comenzó esto, sólo se que ya no puedo verlos sin que mi corazón se acelere, ya no puedo verlos sin desear más, sin desear no solo pasar la tarde con ellos, también deseo llegar a la casa, a su casa, pasar una noche agradable, dormir a ese pequeño y darle un beso, hacerle saber que estoy ahí, y que no me iré hasta resguardar sus sueños, y luego, caminar a la habitación y acurrucarme en el cuerpo de ese espléndido hombre, ser lo último que vea en el día, despertar y ser lo primero que vea, profesar amor eterno, compartir un desayuno en familia... En fin, culpa.

Así me siento, culpable.

Culpable por dejar que esto pasara, culpable por involucrarme, culpable por sentir.

Ahora no se a donde voy, estoy en un espiral de emociones, todo es confuso y muy... Intenso, cada que pienso en ese lindo niño llamándome mamá, me siento culpable por dejar que lo haga, pero luego... Me dejó llevar y me emociono, como si... Como si mi hijo dijera su primera palabra, y fuera mamá.

Así me siento.

Pero luego viene  la culpa y lo arruina todo.

— ¿me estas escuchando? ¿Layla?

— disculpa Andrea, ando en... Otro mundo — suspiré — ¿que me decías? Perdón

— tranquila, yo también me desconecto a veces. Te decía que las cosas en la empresa están... — silbo — fuera de control

Fruncí el ceño — ¿y eso?

— bueno, eres relativamente nueva así que no sabes, pero la empresa ha tenido competencia en los últimos meses, una empresa pequeña que nadie sabe de donde salió ha estado robando nuestro clientes. Nadie los tomó en cuenta porque, vamos, son inexpertos, recientes, pero al parecer los hemos subestimado, y muchos clientes han estado contratando con ellos, eso nos tiene a todos de malas

— ¿si es pequeña e inexperta como nos hace competencia?

Se encogió de hombros — no sé, nadie me quiere decir, al parecer están heridos del orgullo, pero... Se que el dueño es un conocido del señor Max, y que... Bueno, no se llevan nada bien, por algo nos roba nuestros clientes

— ¿conocido amigo? O ¿conocido enemigo?

Rodó los ojos — chica, te digo que nos roba nuestros clientes, ¿como va a ser amigo?

De Principio A FinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora