Capítulo 46

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Que tenga el poder para controlar al mundo, no significa que quiera hacerlo
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Layla

Me despierto por unas cosquillas en mi cuello, muevo mi mano buscando la almohada y me cubro la cabeza con ella, escucho una risa ronca y reacciono.

Volteo y parpadeo por la molesta luz, Alexis se encuentra a mi lado, sonriendo con aires de recién despierto.

Mierda, ¿hasta recién despierto se ve así de hermoso?

— Buenos días preciosa — voz ronca

Tiene la maldita voz ronca

— Buenos días — me estiró sobre la cama y suelto un bostezo

— ¿dormiste bien?

Asiento — como un bebé

Me enreda en sus brazos desnudos y hace el amago de besarme, pero soy más rápida y me cubro con la sabana.

— ¿porque no me dejas besarte?

— no me he cepillado los dientes. No quiero matar el romanticismo, pero el aliento mañanero no es agradable, déjame ir al baño y cuando regrese hacemos como que nada paso ¿si?

Me mira divertido y asiente

Me levanto con pereza, casi corro al baño porque me estaba orinando, cuando estoy sentada me doy cuenta de que no llevo ropa interior.

Me vio el culo

Y una molestia me hace arrugar mi cara cuando orino. No diré que ando adolorida... Pero ando adolorida.

Termino de orinar y lavo mis manos, enjuago mi cara con jabón y agua, quito mi aspecto de zombie y busco un cepillo con el cual mejorar mi aliento.

Salgo y lo encuentro recostado en el cabezal con el teléfono en mano y la sabana cubriendo de su cintura para abajo.

— tu ropa es muy cómoda — le digo acercándome a la cama con pasos lentos

Deja su teléfono para verme, me recorre el cuerpo, se fija en mi forma de caminar y sonríe.

— te la pondrás siempre que quieras

Sonrío y busco sentarme a sobre su regazo, deja el teléfono a un lado y sonríe para luego tomar mi rostro y acercarme a sus labios.

Ahora si

El beso es lento, cariñoso, me besa como si fuera la cosa más especial de su mundo. Acaricia mi cara en el proceso dándome cosquillas, sonrío en medio del beso y él igual.

— Buenos días señorita Jefferson

— Buenos días señor Well

Ambos sonreímos, me recuesto en su pecho y el vuelve a tomar el teléfono con migo en brazos. Cierro mis ojos cuando empieza a darme un masaje con sus dedos en mi cabello y espalda, es relajante y me hace suspirar, me encuentro muy cómoda, me siento segura en sus brazos, protegida por el calor que desprende, y sus latidos calmados me tienen en trance.

De Principio A FinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora