VERONICA - 2022

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Estábamos el clan de los hermanos Leckie al completo, más Dima. No habíamos sido capaces de encontrar una justificación para invitar también a Kostya y a Frankie a la cena sin que Alice sospechase algo, de modo que Brooks y yo teníamos la misión de ponerlos al día. Yo estaba cumpliendo; Brooks estaba durmiéndose sobre el hombro de Tony mientras Dima cocinaba y Micah se terminaba de arreglar.

—¿A Alice le ha parecido bien que vengas aquí antes? —le pregunté.

Estaba viendo la competición olímpica de hockey de nuevo, en diferido, y apenas se volvió para contestar:

—Le dije le había cambiado el turno a un compañero, así que ahora se pensará que estoy dando vueltas en una ambulancia por Toronto —le dio un sorbo a su agua con limón, aunque a mí más bien me parecía que debería estar tomándose un Valium; debido a la manera en la que movía la pierna, la cabeza de Brooks estaba a punto de escurrirse—. Si me quedaba en casa se me escaparía algo, estoy seguro.

—Tony, va a decir que sí.

Puso los ojos en blanco, y sé que lo único que lo detuvo a la hora de replicarme fue Micah y, más concretamente, el hecho de que acababa de entrar en el salón. Mi hermano Micah, por supuesto, era una persona que debía causar una impresión precisa en cualquier momento, en cualquier lugar. Incluso Dima, que estaba ocupado con la cena, sacó la cabeza de la cocina y comentó:

—Jesús, Micah, sabes que el que se compromete hoy es Tony, no tú, ¿no?

Micah se apartó un rizo de la cara, parpadeando.

—¿Y? Da la casualidad de que también es la primera vez que veo a mi novio después de dos semanas de competición olímpica.

—Nos vimos en el aeropuerto —musitó Brooks, sin abrir los ojos ni molestarse en cambiar de postura, porque un Brooks con falta de sueño es un Brooks que sabe soltarte las verdades a la cara.

Le tiré un cojín a Micah, que lo atrapó al vuelo.

—Y habéis pasado más de dos semanas sin veros otras veces. Por suerte para mí, no tenéis una de esas relaciones pegajosas.

Micah estrechó los ojos.

—Me gusta tener buen aspecto, ¿vale?

Y Tony, que hasta el momento no había reaccionado verbalmente a la combinación de traje ajustado y camisa desabrochada de Micah (en serio), separó los ojos de la pantalla para decir:

—Es mi día, chaval, no el tuyo. Abróchate la camisa.

—Si me la abrocho no se me ven los tatuajes.

Irrumpí en una risotada.

—Sí, la noche va a ser un desastre si no vemos a un esqueleto comiendo tacos en tus costillas.

—Los tatuajes completan el look, Anna Wintour —señaló a mi propio modelito, que era la combinación de top de tubo y vaqueros ajustados que me ponía en casi todas las ocasiones mínimamente elegantes—. ¿Vamos a un concierto de rock después de la cena? ¿Debería ponerme las Doc Martens?

Tony chascó los dedos en su dirección.

—Chaval, pareces un pequeño niño emperador que ha probado la coca por primera vez en una fiesta universitaria. Abróchate. La. Camisa.

Micah obedeció, más movido por la admiración ante aquel vapuleo verbal que por miedo a las represalias, y tuve que hacerle sitio para que se sentase a mi lado. Después tuve que mover el culo otra vez cuando Brooks decidió cambiar el hombro de Tony por el de Micah.

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⏰ Last updated: Feb 13, 2022 ⏰

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Olympic Stories 3: TonyWhere stories live. Discover now