Angel de la guarda.
"La virtud de los ángeles es que no pueden empeorar; Su fallo es que no pueden mejorar. El fallo del hombre Es que puede empeorar, y su virtud es que puede mejorar"
La panadería parecía solitaria sin la presencia de Aurora, aún si ella desprendía una tristeza. El panadero se sentía un poco impotente por no poder dar más, tal vez Aurora estaba siendo un verdadero reto para el, la pequeña niña estaba actuando tan arrogante que mucha gente del pueblo le pedía al señor Paúl que la olvidara, que ya todo estaba perdido, pero para él era algo imposible de olvidar, Amanda realmente era la Luz de San Jacinto, y el quería que Aurora se convirtiera en eso, a pesar que mucha gente del pueblo la repudia por su mala manera de actuar.
El panadero comenzaba a hacer el trabajo de Aurora, realmente sentía un pesar en su corazón por que ella no estaba, también existía una pequeña angustia y tristeza, pues se imaginaba que si la abandonaba ella caería en algo malo, había visto a la pequeña niña asistir a la costa, y sabía que tal vez no sería bueno que ella esté en ese lugar de tantas tragedias <<debo convencer a Aurorita de dejar de visitar ese lugar>> pensó el panadero mientras desordenaba los panes ¿pero como le quitas a una persona su motivo de felicidad? Sería un reto imposible evitar que Aurora baje a la costa <<tal vez si la invito fuera del pueblo y le hago pasar un día diferente>> es posible que visitar otro sitio con otros paisajes hermosos podría hacer que Aurora recapacitara sobre la costa, y entendería que no es un lugar digno para una niña tan hermosa.
El Señor Paúl seguía siendo insistente y había decidido llevarle una bolsa con diferentes panes a la pequeña niña, a pesar de ser mal tratado por ella, el entiende que Aurora guarda rencor por lo injusta que está siendo la vida con ella. Así que de esa menea tomó rumbo a la casa de León, con un andar alegre y emocionante, pensaba que tal vez podría hacer buena la tarde para Aurora.
La puerta de la entrada de la casa de Aurora ahora permanecía abierta todo el tiempo, debido a la forma brutal en la que Saul la había dañado, ella tambaleaba de atrás para adelante por el viento, a pesar de ser un buen Carpintero, el no tomaba iniciativa de arreglarla. El señor Paúl entró sin ser invitado y notó a un hombre borracho tirado como un cerdo en el sofá, con su botella de licor de anís que no faltaba, y un hedor de no haberse bañado en días.
--deja los panes y retirate de mi hogar-- exclamó Saul entre palabras balbuceantes.
--debería darte vergüenza por ser tan asqueroso-- respondió el señor Paúl de manera pedante.
Esas palabras alertaron a Saul quien comenzó a levantarse de su sofá con una actitud de amargura y una mala intensión, pero Paúl no hizo caso a la acción y se acercó a él de una peor manera.
--¿eres el mero macho ahora?-- dijo el panadero mientras le dio un pequeño empujón en su frente a Saul. Este cayó al suelo de inmediato.
--mirate, ni si quiera puedes mantenerte de pie-- paúl lo miraba desde arriba.
--no puedes ni si quiera sostener tu alma--Saul intentaba levantarse con la misma mala actitud, pero el panadero lo volvió a tumbar, solo con un pequeño empujón.
--ya dejame gordo de mierda-- dijo Saul mientras seguía en el suelo.
--¿te sientes mejor cuando me ofendes?-- el señor Paúl se agachó luego de preguntar.
--¿te sientes mejor cuando tratas de manera espantosa a tu hija?-- el lo miró de frente.
--perdiste a tu esposa, perdiste una hija de meses, y estas perdiendo a tu última hija-- el señor Paúl lo tomó del cuello de su camisa.
--lo triste es que tu lo sabes, pero tu maldita actitud hace que no te importe-- lo acerco a él.
--YA SUPERA LO QUE PASÓ Y TOMA ATENCIÓN DE LO ÚNICO QUE TE QUEDA QUE ES AURORA-- el pandero le gritó en la cara.
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LA COSTA DEL SILENCIO.
Historical FictionEn un pequeño poblado llamado San Jacinto, existía una pequeña playa llamada la costa del silencio, un lugar cutre y tenebroso, con infamia por leyendas horribles que ocurrieron en ese lugar. Una costa solitaria y silenciosa a la que nadie le gustab...