Beso con sabor a muerte.

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Me bajo del mini Cooper en cuanto consigo estacionarme en el lugar de siempre. Por suerte, la calle en donde vive Nicholas es bastante amplia.

De todas maneras, soy cuidadosa, no sería bueno que alguien viera que yo ando por aquí, así que estaciono el auto siempre tras un árbol con largas hojas que caen a su alrededor.

Camino hacia el edificio y una vez frente al portón presionó el timbre. El conserje me mira unos instantes y luego me deja pasar sin problema, ya sabe quién soy.

Llevo aproximadamente dos años acostándome con Nicholas de manera casual, no ocurre todo el tiempo, además, el es bueno viajando, su familia tiene propiedades en muchas partes, por lo que a veces pasan uno o dos meses sin vernos.

La razón por la que empecé a acostarme con él es porque al igual que yo no está interesado en nada serio, no lo anhela, o al menos eso parece. Es un alma libre en todos los sentidos, un chico de las olas y el trekking en las montañas. Viaja mucho, desaparece mucho, es perfecto para lo que lo necesito, así que...aquí estoy una vez más.

No diría que es el mejor follando en el mundo, pero no lo hace mal, y ciertamente ya nos conocemos relativamente bien, o al menos algo, así que, viéndolo de esa manera, es un diamante en bruto. Odio las trabas, los problemas. Lo sencillo, al menos en este ámbito, es mejor.

Me dirijo hacia su departamento, y después de subir las cinco escaleras correspondientes, toco el timbre.

—¡Voy, voy! —le escucho decir desde dentro y después de oír sus pasos acercándose la puerta no tarda en abrirse. —¡Al fin llegas preciosa! ¿Champán? —dice mostrándome una copa ya servida.

—Claro que si. —entro quitándome de inmediato mi abrigo..—Vaya...haz cambiado algunas cosas.

—Pues claro, hace rato que no nos vemos, ¿Cuánto ha pasado? ¿Dos meses?

—Algo así. —respondo acercándome a él lentamente, dejando mi copa sobre la mesa del living. —En fin...vamos a lo importante. —me acerco a sus labios.

—¡Oye, oye! Espera un momento, ¿Así tan rápido? —se aparta un poco.

—Así ha sido siempre. —me cruzo de brazos. —Sabes que no me gusta la conversación innecesaria, no estoy aquí para saber que ha sido de ti.

—Cielos Amber, sigues tan fría como siempre. —se ríe.

—¿En serio? ¿Te harás el sentido ahora? Sabes porqué estoy aquí.

Me mira enarcando una ceja.

—Lo sé, solo quería saber porque estás tan ansiosa, es como si algo estuviera ocurriéndote y por eso acudieras desesperadamente a mi.

—No estoy desesperada, solo quiero hacer esto rápido. —respondo evitando mirarlo a los ojos. —Hay muchas cosas que tengo que hacer.

Sonríe de lado.

—De acuerdo, entonces no te haré perder más tiempo. —coloca una de sus manos sobre mi cintura y me acerca a el besándome en los labios, suavemente, más delicado de lo normal, pero yo lo intensifico sujetando su rostro, atrayéndolo con más fuerza hacia mi.

De inmediato el comienza a desabrochar mi blusa y yo le quito su polera. En cuanto mis pechos están solo cubiertos por el sostén no tarda en quitarlo y comenzar a besar mis pezones.

Un gemido escapa de mi boca y solo quiero disfrutarlo, pero entonces me doy cuenta de que no siento esa corriente eléctrica por todo mi cuerpo, ese dolor y desespero cargado de un placer tan oscuro que me hace temblar, y recuerdo esos ojos, esos ojos profundos mirándome atentamente mientras me poseía a su antojo, sin compasión, y algo late dentro de mí, algo que me hace...

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