Visita al Milord.

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Aunque se acercaba la medianoche, este restaurante solía cerrar tarde, y Clara no quería perder el valioso tiempo que se vuelve una cuenta regresiva en la que el caso se enfría. Se sentó a una mesa pegada a la cocina y no decidía que pedir:

-Buenas noches señorita, ¿Que le gustaría cenar?

-¡Nada! Eh... bueno, no es hora de cenar así que solo pediré...

-Tenemos una muy buena selección de vinos...

-Sí, un vaso con agua estaría bien ¿Se encuentra el señor Robins? ¿El dueño del establecimiento?

-Sí, se encuentra en la cocina con gusto se lo llamaré, si tiene usted alguna queja...

-¡Oh no, no! Soy detective, Clara Rubik, mucho gusto.

-Oh el gusto es mío, puede llamarme Manuel.

Al instante fue a buscarlo, y como estaba al lado de la cocina Rubik escuchó con incomodidad:

-Jefe hay una fulana, extranjera, afuera que es policía y quiere hablar con usted.

-¡Dile que venga en una hora en la que esté de humor!

-No creo que se vaya, si no sale seguro se atreve a entrar aquí mismo.

De modo que me levanté y entré a la cocina.

-¡Buenas noches señor Robins! Seguro está enterado de la muerte de su empleado Felipe Costa.

-Por supuesto que lo sé, era el único que aceptaba el turno de la noche.

-Bien. Quería preguntarle acerca del día del homicidio, ya que es vital recrear las últimas horas de vida de la víctima.

-Fue igual que siempre, era sábado y la clientela era demasiada, Felipe cumplió con sus tareas por completo...

-Disculpe, ¿Notó algo diferente en su actitud o ánimo?

-Por supuesto que no, eficiente y de pocas palabras como siempre, es más, me sorprendió con la rapidez que terminó.

-¿Tenía alguna prisa...?

-Por irse a su casa señorita, como yo a estas horas.

-Ya veo.

-Pero si que recuerdo una rareza, había una persona aguardando afuera, pero estaba oscuro así que no la reconocí. Puede tener por seguro que conozco a todo el barrio español.

-Eso es seguro.  

El señor Robins tenía unos 75 años, seguro vio llegar y crecer al pequeño pueblo, junto a su nombre en el informe policial especificaba: veterano dueño de la única cadena de restaurantes dentro del barrio.

-No es nada, no vi a nadie con Felipe, era un hombre solitario, y por eso era un buen empleado.

Ese hombre era la personificación de un jefe odioso. Al llegar al hotel, encendió el televisor para poder dormir, pasaban el discurso de el ministro Fabricio Horta, un español que el año pasado había llegado al mayor poder que podía acceder un extranjero. Clara dejaba que el peso de sus párpados venciera cuando oyó "el barrio español". A este hombre realmente le importaban sus compatriotas, sus mayores ambiciones se encontraban en este terreno. Saltó del duro colchón para desperdigar las fotos por el suelo, en su libreta estaba registrado el supuesto sujeto que apareció fuera del trabajo de Costa con la pregunta: ¿Alguien lo acechaba? Ya mañana colgaría una tabla de espuma plast para colocar todo mas ordenadamente, pero su mente no la dejaba descansar, al final venció el cansancio físico pero en sus sueños ella seguía hallando las pruebas de un crimen mucho más grande del que imaginaba traerse entre manos.

Detective RubikOnde histórias criam vida. Descubra agora