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Advertencias de efebofilia. Izana 20, Kakucho 16. Efebofilia, atracción de un adulto a un adolescente.

Kakucho abrió los ojos lentamente, su cabeza dolía horrores y sentía una punzada en su cuello. Trató de hacer memoria y recordó lo ocurrido el día anterior.

Sus ojos se agrandaron del miedo y miró a su lado en la cama, el peliblanco se hayaba plácidamente dormido junto a él. Se sentó en la cama, con terror, sus manos temblaban y sus ojos querían derramar lagrimas.

Se mordió tan fuerte el labio que comenzó a sangrar. Pero derrepente, todo el miedo, todo el terror que sentía desapareció cuando los ojos violetas de Izana se abrieron y lo miraran, todo sentimiento negativo del chico desapareció, como por arte de magia.

—¿Como te sientes Kakucho?— susurro con la voz ronca por recién haber despertado.

Kakucho hizo un movimiento con sus manos, para dar a entender que más o menos.

—¿Te duele la cabeza?— pregunto el moreno, mientras se sentaba en la cama y se tallaba los ojos para despertar bien. El pelinegro asintió —Te mordiste...— saca un pañuelo para limpiarle la sangre de la boca.

Hay algo raro, no sabe por qué, pero siente una sensación extraña en el aire que le impide tener algún sentimiento negativo del chico frente a el.

De repente se siente tan mareado que se tiene que acostar de nuevo en la cama. Izana lo acuesta de lado y le coloca una cubeta a lado.

—Pronto vomitaras algo asqueroso, no te asustes mucho— y Kakucho siente las arcadas. Una cosa viscosa y negra se desliza por su garganta. No sabe de dónde salió, pues ceno un plato de cereal antes de entrar al bosque. Sus ojos sueltan lagrimas por el esfuerzo y respira agitadamente mientras busca aire — bien hecho— Izana revisa el contenido de la cubeta y asiente, pareciendo satisfecho.—. Lávate los dientes, allá está el baño, has lo que necesites, voy a deshacerme de esto— señala la cubeta y sale de la cabaña.

El silencio vuelve en la cabaña y el miedo lo vuelve a consumir poco a poco. Trata de pensar con la cabeza fría, primero debería de asearse, lo que sea que había vomitado sabía tan mal como parecía. Se limpia lo mejor que pude y piensa como diablos escapara de ese lugar, que, asume, está lleno de esas "cosas".

¡Volví!— anunció el peliblanco con una bandeja entre manos— Traje comida.

La calma y la seguridad volvieron enseguida. Incluso olvidó el miedo y el terror que tenía hace poco. Olvidó la razón por la que estaba asustado. Pero aun así, no sentía la ansiada necesidad hipnótica de querer estar con él chico.

Gracias— sonríe algo nervioso el de cicatriz mientras mueve los labios lentamente para que el peliblanco le entienda.

—No tienes que hacer eso, se lenguaje de señas— "lo aprendí por ti" lo piensa, pero no lo dice. — lo aprendí hace un tiempo. —Pone las cosas en un pequeño escritorio junto a la cama.— es bastante conveniente en este caso, ¿no crees?

Kakucho asintió.

—Bueno, ¿desayunamos?— le paso a Kakucho un cuenco de madera.— Mi hermana hizo omelet.

Kakucho volvió a agradecer y comenzo a comer con timidez.

—¿Por que entraste al bosque?— pregunto con la boca llena.

Kakucho miro al suelo y se nego a contestar.

—Entiendo— Izana asintió y no toco el tema.—Me llamo Kurokawa Izana, tengo 20.

Hitto Kakucho, 16— explicó moviendo sus manos.

—Eres bastante joven— murmura. Aunque ya lo sabía de antemano.

El Misterio De Un Bosque- Kakuiza Where stories live. Discover now