22. Visceral

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25 de septiembre de 2020

La primera semana de universidad había empezado sorprendentemente bien. Agoney se había prometido intentarlo de verdad, saludó a sus compañeros y trató de participar en las conversaciones sobre lo que habían hecho en verano. Pero no pudo hacer más cuando los grupos ya estaban establecidos y la gente hablaba de experiencias que habían vivido juntos, como compañeros de universidad que socializan y se hacen amigos.

Pero surgió otra oportunidad gracias a un chico nuevo, de Galicia, que haría algunas asignaturas con su clase. Se llamaba Rodrigo y fue la primera persona que se fijó en Agoney, medio solitario al final de la clase, y se sentó a su lado.

Rápidamente surgió una conversación sobre las asignaturas, los profesores y los compañeros. Agoney no se llevaba especialmente con ninguno, pero los había estado observando dos años, por lo que podía darle una descripción bastante superficial.

Adoró el acento de Rodrigo, su risa cuando él le explicó las mejores anécdotas de las clases y sobre todo la mirada atenta que le dedicaba todo el rato, escuchando todo lo que le decía. Todavía no se creía que hubieran congeniado tan bien, quizá había sido porque ambos no conocían a los demás, porque Rodrigo era nuevo y Agoney se sentía como uno. Pero le había hecho deshacerse del miedo con el que había llegado a la universidad ese primer día. Sin contar que estuvo tenso todo el camino porque Harry le llevó en coche. Habían decidido entre él y su psicóloga que necesitaba más contacto con el coche para dejar de tenerle tanto respeto, así que cuando le preguntó a Harry no necesitó ni llegar al por favor.

Había estado aún más feliz cuando se lo contó a Raoul. No dejó de hablar de Rodrigo en toda la videollamada, demasiado emocionado por haber hecho un amigo él solo. Le hizo sentir seguro y fuerte, así como cuando Raoul le abrazó el día antes de los exámenes finales. Echaba de menos sus abrazos, eso también se lo dijo.

Raoul ya se había amoldado a los nuevos horarios y a sus nuevos compañeros y cuando hablaba de ellos parecía que se conocieran de toda la vida. Meses atrás, se habría sentido reemplazado, incluso un poco celoso, pero cuando veía a Raoul tan contento y motivado se daba cuenta de que lo que más sentía era alivio. Alivio de verle bien, de que siguiera como siempre, hablándole de todo con esa sonrisa de niño. Aunque esos últimos días no había visto mucho esa sonrisa, Raoul le había dicho que estaba agobiado con un trabajo y que al tener que hacerlo todo en inglés le añadía más dificultad.

Ese viernes no habían hablado por la mañana, ya que tenía la exposición de ese trabajo y había dicho que prefería preparárselo bien. A Agoney no le importó, aunque estuvo de morros gran parte de la mañana, con Nerea riéndose de él por ser un bebé mimoso. No le podían culpar, simplemente le gustaba ver la cara de Raoul por las mañanas y recibir el "bonitos días" de siempre.

Por la tarde, Harry le llevó a la universidad, el camino era más corto, pero prestaba más atención, sobre todo a las señales de tráfico, a los semáforos y a las rotondas. Esas últimas aun le daban un poco de miedo, sobre todo pensando en hacerlas él conduciendo. Nerea y él tenían pensado empezar en octubre las clases prácticas. El examen teórico lo tenían a mediados así que querían aprovechar. A pesar de que Agoney tenía pocas esperanzas de aprobar, o de si aprobaba subir al práctico, quiso apuntarse. Le venía bien ponerse frente al volante, sobre todo con el coche en marcha y saber si podría pensar en toda la teoría cuando estuviera ahí.

Por suerte, la profesora de última hora canceló la clase y Rodrigo le invitó a tomar algo en el bar. Era la situación que llevaba esperando dos años desde que empezó la universidad, que le dijeran de ir al bar, o de saltarse una clase, o de ir a una fiesta. Cosas típicas de universidad que te esperabas pero que él nunca había hecho, ya por miedo o porque nadie le había dicho de hacer. Y aun así, dudó. Tenía miedo de quedarse sin más conversación y que fuera incómodo, más aun de que Rodrigo se diera cuenta de que para un par de días era un buen amigo pero que a partir de ahí no merecía la pena.

Seis meses (Ragoney)Where stories live. Discover now