Desde el otro vagón [Afterdeath]

final

Dato inútil antes de empezar el cap: La bufanda roja que lleva Geno en ésta versión (son humanos por cierto), en realidad es para cubrir su cuello y la cicatriz de su accidente que le destruyó parte de la garganta, así que la lleva independientemente del clima.

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Aquél miércoles en la mañana el frío empezó a disminuir, obligandole a soltar por un momento su maleta y aflojarse la gruesa bufanda, una suave sonrisa iluminó su rostro al pensar la cara que pondrían sus hermanos al leer su carta de despedida.

¿Dónde iría? No importaba, ¿Cómo lo haría? Tampoco, sólo sabía que se sentía capaz y eso era todo lo que necesitaba

Sujetó nuevamente su equipaje una vez deslizaron la puerta del tren y le permitieron ingresar, sería la última vez que tomara aquél transporte y también, la última vez que vería a su curioso acompañante.

Aunque nada lo prepararía para lo que vió una vez su vista se enfocó en el añejo terciopelo del último asiento junto a la ventana del último vagón, sorprendido al ver que su asiento estaba ocupado. Pues cierto chico de capucha oscura dormitaba apoyado sobre el frío vidrio.

(Éste idiota... ¿Qué rayos está haciendo?)

Pensó, negando un par de veces con la cabeza y luego, se sentó junto a él, primera vez que se veían cara a cara, probablemente ésa era la idea de su acompañante, pero desgraciadamente, se veía que el chico no había tenido ni tiempo para salir decentemente, pues vestía aún el uniforme de su trabajo y ésta vez no había siquiera un café entre sus manos, cómo solía comprar todos los días, ¿De verdad había hecho todo éso sólo por él?, Su rostro se coloreó de pronto y una cálida sensación lo abrumó, ¿Enserio alguien como él merecía todo éso?, Últimamente estaba empezando a pensar que sí.

Pronto resolvió, que había estado mirado el rostro ajeno por bastante tiempo, pues el remezón del tren avanzando había despertado por fin al contrario, quién sorprendido, no pudo hacer más que regalarle una nerviosa sonrisa.

–Hola... Lo lamento, quería darte una digna despedida.–

La vista de geno se mantuvo en el cristal, levemente ruborizado, pero increíblemente feliz, una calma impresionante lo inundó al escuchar el suave y adormilado tono del pelinegro, como si por fin hubiera completado todos sus deseos antes de partir, alzó ambas manos para responderle.

"Creo que ya lo hiciste, aunque tal vez con una carta hubiera bastado"

La risa del contrario le pareció como un sutil arrollo, demasiado hermoso y calmo.

–Lamento por exagerar así, pero creo que lo valió completamente.–

El suave rubor aumentó su intensidad, apretando sus propias manos con fuerza, eligiendo muy bien las palabras que usaría a continuación al escuchar un bostezo ajeno.

"Te ves muy cansado, puedes... Dormir en mi hombro si quieres"

Se miraron, ambos avergonzados por la extraña propuesta, pero rápidamente una sonrisa complice los acompañó, como si tuvieran la confianza de mil años, Reaper no tardó en acomodarse y apoyar su cabeza en el hombro ajeno.

Y así, pasaron estación por estación, dándose la misma silenciosa y calma compañía de todas éstas semanas, no deseaban más, ni hablar, ni pensar en qué pasaría con ellos una vez se separaran, sólo... Disfrutaron su mutuo acuerdo de silencio hasta que la enorme maquinaria se detuvo en determinada estación.

El enfermero descansaba sobre su hombro y Geno no tuvo el valor de despertarlo, acomodandolo con delicadeza sobre el cristal, lo miró una última vez, sin desperdirse, no lo necesitaba, no sentía pena, tan sólo, estaba viviendo un paso a la vez y el miedo de no verse mañana, no existía para nada.

Se levantó y sin mirar atrás, tomó la maleta, saliendo del vagón en silencio, Reaper abrió uno de sus ojos, viéndolo partir con orgullo, había estado fingiendo dormir sólo para sentir su cálido cuerpo cerca en ése último viaje juntos. La sensación agradable de su compañía se mantuvo en el pecho de ambos, incluso después de que el tren pasara de estación.

"A veces las más hermosas historias, son las que nunca estuvieron destinadas a comenzar".