Fascinación (One Shots)

Sapa - Parte I (55)

Esto es un one shot de Chartamy ambientado justo tras la muerte de Gema.

— ¿Vos de qué estás hablando, mijo? ¿Vos me estás diciendo que Gema está muerta, güevón?

Mi cabeza latía con vida propia mientras intentaba procesar la noticia. Agarré contra mi oreja con más fuerza el celular que ahora temblaba en mis manos, esperando que Lucio me confesara de pronto de que todo había sido una mentira. Pero, obviamente, esas palabras nunca llegaron.

Me asomé con el corazón acelerado al dormitorio para contemplar a Vanesa, profundamente dormida, sin sospechar todo lo que estaba pasando en ese instante. No tenía idea de cómo iba a contarle que su mamá había muerto. No podía hacerle eso a mi hija, lastimarla de una manera tan cruel, pero ya era demasiado tarde.

— Lo peor, lo más paila, hermano —continuó Lucio—, es que ahí estaba la sapa esa de la DEA.

— ¿Qué? ¿Vos de qué hablás, mijo? —pregunté confundido, sintiendo mis ojos arder amenazados por las lágrimas mientras trataba de superar el shock de la situación—. ¿Cuál hembra de la DEA? ¿De qué carajos me estás hablando, güevón?

— Pues Tamy Andrade, hermano, la que entregó a tu tío. Yo no me explico qué hacía en el Exceisor.

Sus palabras me habrían tomado por sorpresa si no supiera que aquello era una mentira.

— ¿Cómo así que Tamy es una sapa?

— ¿Cómo así? ¿Cómo así, pelado? ¿Es que vos no sabías?

— Vos estás equivocado, maricón. Tamy es una productora musical.

No podía decirle la verdad. No podía confesarle que ella era la mujer que me volvía completamente loco.

— Productora tu culo, mijo. Eso era una fachada, yo mismo le hice la perseguidora a ella y al agente Rizzo. A nosotros nos confirmaron con fotos y todo una ficha que teníamos adentro de la policía.

— Eso no puede ser, mijo. Eso no puede ser —repetí con desesperación, como si esperara que Lucio cambiara de opinión con sus sospechas.

— Tamy y Rizzo fueron los que agarraron a tu tío. El que hoy está muerto pensando que vos lo traicionaste con esa sapa.

El recuerdo de la última llamada de mi tío arrasó mi mente como un huracán. No había entendido nada de aquella conversación, por qué me había acusado de esa manera, pero de pronto las piezas encajaba dándole sentido a la imagen.

Y la cínica de Tamy estaba ahí durante la llamada, mirándome con falsa preocupación y acariciándome el hombro como si ella no hubiera sido la culpable de todo.

— ¿Por eso mi tío dijo eso antes de morir?

— Ay, hermano, yo pensé que esa vieja se había abierto después de que agarraron a tu tío.

¿Cuál agarraron?, me pregunté amargamente. Mi tío estaba muerto, y todo era culpa de esa sapa.

— ¿Qué vamos a hacer, hermano? —continuó Lucio—. ¿Qué vamos a hacer? Yo no sé si esa vieja quedó muerta después de ese traque que yo le metí en la cabeza. ¡Ah, hermano! ¿Qué hacemos, hermano, qué hacemos? —repitió con urgencia—. ¡Vea, marico, decime algo!

Pasé una mano por mi cabello mientras trataba de pensar una solución, pero mi cabeza estaba a punto de explotar.

— ¿Sabés qué? Yo voy pal estudio, mijo. Yo voy pal estudio, y vos escondete. Escondete como la rata que sos, maricón, porque si te agarran...

— Si me agarran no. Si nos agarran, dice la cartilla, porque vos también te vas conmigo a la guandoca.

— Esto es culpa tuya, maricón, esto es culpa tuya. Esto no es culpa mía, güevón.